30/4/16

No lo odiaba, ni lo odio. Odio que se haya convertido en esto.




 —Queridos señores, hoy me encuentro ante ustedes, en esta especie de oda a mi carrera, debo agradecer el apoyo de muchos de los que se encuentran aquí, que han sido los que me han apoyado en los momentos en los que mi moral decaía, o no era la adecuada. Llegar a este punto me ha costado trabajo, sería arrogante si dijera que ha sido fácil, y también se me podría acusar de falsa modestia si dijera que no ha sido más difícil que otras cosas.
>>No, seamos claros, trasparentes, cristalinos. Me ha costado trabajo llegar aquí, nunca estuve sólo, pues al menos una sola persona me dio su apoyo por el camino. Quizás otros podrían haber recorrido este camino también, si. Es posible, quizás incluso mejor, o en menos tiempo, pero bueno hoy, los que os reunís aquí me estáis felicitando a mí, no a esos hipotéticos emprendedores o artistas que posiblemente en mi posición hubieran sido más productivos y efectivos.
>>Así que resumamos este punto en: Agradezco a quienes me apoyaron una o varias veces durante este camino, que ha tenido sus cosas buenas y sus cosas malas, sus cosas difíciles y sus cosas fáciles. Y agradezco este pequeño homenaje que me dedican ustedes, los que ahora escuchan mis palabras.
>>Bueno hasta aquí debería bastar con el discurso, sin embargo me gustaría contarles una anécdota, antes de dejarles empezar esta celebración. Hace poco, en una revista que versa sobre el campo al que he dedicado este tiempo de mi vida vi un artículo que versaba sobre mí. Algún escritor decidió dedicarme su espacio en dicha publicación y hablar de mi trayectoria, de mí, y una serie de largos etc's.
>>Bueno, no era un artículo brillante, pero quizás eso no sea tanto responsabilidad del escritor cómo del tema, es decir, yo. Quizás es que mi carrera o mi aportación a este campo no de para más.
>>En definitiva, como decía, estaba leyendo un artículo sobre mí y llegué a una parte donde hablaban de mis influencias, de mis rasgos, de lo que he dejado traslucir en mi trabajo. Y el autor, al que no conozco, pero el parece creer que si me conoce, explicó que en esto que he dejado traslucir, se notaba un claro odio a mi padre.
>>Y pensé "Vaya, sin haber cambiado una palabra conmigo, parece usted conocerme muy bien, señor mío."
>>Así que quiero explicar un poco eso. Estoy viendo en sus caras, que algunos han leído ese artículo.
>>Yo no odiaba a mi padre, pero eso tampoco quiere decir que sintiera un especial aprecio por él. >>Era una persona muy especial, para bien o para mal, considero que mis progenitores me dieron una excelente educación, o al menos la base desde la cual pudiera germinar de forma fuerte. Los dos, quiero decir, ambos son directamente responsables de las facetas positivas que conforman al hombre que ustedes tienen delante, hablándoles.
>>Ellos, me han dado unos valores y unas costumbres buenas. Y pocos malos hábitos en verdad.
>>Pero la edad es un veneno que tarde o temprano a todos alcanza. Unos la sobrellevan mejor y otros peor. Y mi padre no sobrellevo el tiempo, la vejez, de la mejor manera, acabó convirtiéndose en una persona totalmente distinta a la que me educó y crió, una persona que no merecía mi afecto porque a mi manera de ver no se le podía considerar un hombre de verdad. Una persona totalmente distinta a la que era, a la que yo quería. Mi padre ya no era el padre por el que yo había llegado a sentir devoción, pero seguía siendo mi padre, y por ello siempre contará con mi respeto y mi cuidado.
>>La situación con mi padre es compleja, sí. Mi padre no tiene mi devoción, cierto. Y mi padre hoy día no está con ustedes para felicitarme por mi trayectoria, ni lo va a estar, ni me importa donde esté realmente, porque sé que está bien, con eso me basta. Ahí se acaba mi interés por él. Pero todo esto no quiere decir que le odie. Ni que sea una mala persona.
>>Así que si alguno de los presentes algún día se atreve ha hablar de mí de nuevo, o a escribir, tiene mi bendición, maldita sea, libre es de hacerlo, pero si me permiten, les aconsejo que si quieren sacar de tal fuente algo, la consulten bien, mis puertas están abiertas y nunca me niego a tener una conversación con nadie. Así que si van a hacerlo, cuenten conmigo, y si no, por lo menos documéntense bien, por favor. Sepan de que demonios están hablando o escribiendo. En fin, damas, caballeros, gracias por el homenaje de esta noche. Gracias por su atención, por su compañía y por su paciencia, un placer, tenerles conmigo aquí.

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