20/1/18

Mi maldito nombre.

 Yo siempre he tenido una pequeña confrontación con mi nombre. A veces mayor y a veces menor. Supongo que no soy ni el primero, ni el último. Hay buenos nombre por ahí, nombres chulos, bonitos, con significado, el mío... Bueno ya me he hecho a él. Pero aún así me ha costado.
Desde el principio, desde que era un niño. En fin, os podéis imaginar que con éste nombre, yo era la única persona que conocía que se llamaba así. Era un nombre poco común, para mí y para la gente que me rodeaba, compañeros de clase, vecinos, amigos... En fin.
Si a eso le añadimos que yo nunca encajé muy bien en ningún sitio. Pues os podéis imaginar. Porque sí el concepto de "No encajo, pero eso me hace diferente y eso es bueno" En esas edades puede ser muy bonito, eres un niño distinto y no te amoldas a parámetros predeterminados, pero cuando eres un niño tu mente no entiende esas cosas. Sólo quieres ser un niño como los demás, jugar con ellos, no estar sólo y que no se metan contigo. Y cada cosa que te hace diferente... Pues no es grata.
Supongo que ese principio bastante desastroso, me ha hecho siempre tener mi nombre como algo que tengo que tener, pero que no me tiene porque gustar especialmente. De niño era rarito, por muchas cosas, como que me encantara leer, que no me gustara el fútbol y que por tanto jugase utilizando mi imaginación en vez de un balón y patadas. Reconozco que, existe la posibilidad de que mis habilidades sociales fueran bastante limitadas por no decir nulas y que fueran un inocente ingenuo que no sabía la crueldad que va aunada al hecho de ser humano.
De alguna manera mi infancia poco convencional me hizo cogerle un poco de tirria a mi nombre. Y os parecerá una tontería pero es algo que siempre ha estado ahí. Quizás mis habilidades sociales sigan siendo escasas y nefastas. Quizás simplemente es que me alejo de los rebaños y no me gustan por lo que he de pagar las consecuencias. O simplemente se trate de que por motivos mencionados o no descubiertos todavía no encajo, me cuesta mucho y eso me hace ser bastante solitario.
Y la soledad es muy mala. El tiempo libre en general lo es. Y no me malinterpretéis. No digo que haya que estar saturado, pero el tiempo hay que llenarlo. Hay que llenarlo con tareas o con hobbies. Pero el tiempo no hay que desaprovecharlo, todo minuto que tengamos deberíamos utilizarlo en enriquecer nuestra vida, en llenarla de experiencias, aventuras, lecciones y vivencias.
Apuntarnos a clases de algo, a algún deporte o arte marcial, llenar al vida. Completarla. Nutrir nuestra mente, nuestra personalidad, nuestra autoestima. El tiempo libre, el tiempo que no gastamos en nada que tenga algo, por mínimo que sea, productivo, el tiempo que desperdiciamos, no vuelve. Y lo peor es que, eso tiene un efecto devastador para nuestra mente. Para nuestra moral.
Ese tiempo sirve para que nos comamos la cabeza, para que pensemos cosas nocivas para nuestra psique. Para que nos sintamos solos... Creo que la soledad es buena, pero en dosis. Pero el tiempo desperdiciado, es venenoso, igual que la soledad en dosis demasiado grandes.
Somos animales sociales. Necesitamos relacionarnos con otros miembros de nuestra especie, con nuestro entorno, con lo que nos rodea, si nos aislamos... Nos estamos haciendo un daño bastante, bastante perjudicial. Es así, y ahí que evitarlo. Y no me malinterpretéis, no voy de listo, ni intento dar ningún ejemplo, por más que conozca la teoría, o lo que hay que hacer, por falta de sentido común o estupidez, no siempre lo llevo a la práctica, ni todo lo que debería. Soy un tanto parguelas en ese aspecto, por saber que hay que hacer y no hacerlo bien... En fin, esa es otra cuestión.
La cosa es que por no hacer lo que es obvio que hay que hacer, por pasar demasiado tiempo a solas, aislándome en mi mismo, me he hecho bastante daño, y soy consciente de ello. Porque me he obsesionado demasiado con algunas cosas. Y las obsesiones son malas. Porque, por ejemplo, leer es bueno, pero si te encierras a leer y a leer, te dejas otras cosas de la vida, te las pierdes y eso sólo va ir en detrimento negativo hacía ti. Y reconozco que he pasado demasiado tiempo sólo, desde siempre. Aprovechando desperdiciando mi tiempo, perdiéndome una parte primordial de mi vida que era el relacionarme. Aislado y desconectado del mundo real. Y como decía eso al final es malo, la soledad es buena siempre y cuando sea en pequeñas dosis y no te desconecte del mundo. No te haga perderte otras cosas. Porque al final eso vuelve, de repente te empiezas a notar fatal, porque tu estado de animo se resiente, necesita cosas de las cuales le estás privando. Y entonces te deprimes, te vienes abajo y te aíslas y encierras más... Y bueno volviendo al tema que nos ocupa, básicamente la cagas, estás hecho una mierda porque tú sólo te has abierto heridas que tenías por ahí cerrándose y no puedes evitar preguntarte, ¿Porqué a mí? Y lo relacionas con la antigua superstición adquirida de niño de "a mi nombre la pasa algo porque no es común".
Dios, he divagado tantísimo que ya no sé ni donde estoy. Tenía planteado llevar la entrada por otro lado y se me ha revelado y ya no sé ni por donde cogerla.
En conclusión... Joder no sé que conclusión sacarle a esto. Bueno pues, creo que estoy como una cabra y... ¿se me desmadran ya las entradas?

Queridos lectores un placer haberos escrito y si consigo poner estos pensamientos en orden haremos una segunda parte de ésta entrada para concluirla y desmarañarla. Un saludo y cuidaos mucho.

1/1/18

Abrazo.

 Eres lo último que sentiré. Estoy seguro de ello. Si mis ojos no estuvieran quemados lloraría. Primero por el terror. Despupués, por la emoción que me produces, por éste último regalo que me das, antes de que desaparezcamos para siempre. Éste abrazo... es lo único que necesito llevarme cuando abandone éste mundo. Noto tu brazo pasar por debajo de mi axila izquierda y subir por mi espalda hasta que tu mano se agarra a mi hombro, clavándose con una fuerza sobrehumana que me sobrecoge. Tu brazo izquierdo roda mi cuello, agarrándose donde mi hombro termina y empieza mi brazo. Tus piernas rodean mis caderas, y tu cabeza yace en mi clavícula, me agarras como si nunca quisieras soltarme. Me agarras dándome y buscando a la vez refugio. Mis brazos te rodean, el derecho rodea tu cintura, agarrándole con firmeza, contribuyendo contigo a que nada nos separe. El izquierdo cruza tu espalda de forma ascendente hasta que mi mano se apoya sobre tu cabeza, en una caricia llena de ternura. Gracias por éste momento, sentir todo tu afecto inundándome, sentir como te aferras a mí, como si yo pudiera protegerte. Gracias por permitirme gozar una última vez pese a que las puertas del infierno se hayan abierto de par en par.
Abro los ojos un instante, no puedo ver, pero sé lo que vería de poder hacerlo. Una gruesa capa de polvo que lo cubre todo, reflejando una imagen translucida y emborronada allí donde se mire. Y debajo de esa capa un rojizo anaranjado provocado por los mismos fuegos que ésta quemando éste mundo. El resultado de una civilización que brilló hasta consumirse, usando de combustible cada alma que tenía a su alcance, la tierra que la acogía y cada cosa que fuera capaz de arder o de sufrir las consecuencias de un progreso que siempre se basó en el egoísmo.
Vuelvo a cerrarlos y dejo que el contacto de tu piel me embriague una última vez. Noto como mi piel quemada arde, escuece y me hace agonizar, noto tu cuerpo temblando por la misma razón y aún así hayo paz en tu cuerpo, tan maltrecho como el mío, tan herido. Somos dos heridas abiertas en medio del Apocalipsis. Pero no podría desear un infierno más dulce como capítulo final.
Todo el cuerpo me duele, mi espalda es una gran quemadura en la que debajo de la piel en carne viva de color gris por la ceniza surgida de la hecatombe, sobresalen los huesos de mi columna, los tendones y los músculos que no han sido carbonizados. El dolor es tantísimo que he entrado en una especie de estado de shock en el que soy capaz de sentirlo sin desmayarme. Y sin embargo el único miedo que tengo es el que nace de la certeza de que no puedo protegerte ni salvarte, que vas a recorrer el mismo camino que yo, un sendero que cada vez noto más cercano. Si hay Dios, espero que me permita ser el último de los dos en partir. No soportaría la idea de dejarte sola, de no estar a tu lado cuando cruces.
Noto tu cuerpo temblar, también te cubren quemaduras que llegan hasta los mismos huesos, tendones y músculos, se que has perdido hasta algunos dedos y sufres tanto o más que yo, menuda estampa, el final del mundo y dos seres deformes abrazándose y moribundos cubiertos de ceniza nuclear abrazándose con su último estertor, sería una bonita pintura, aunque seguro que algún imbécil acabaría escribiendo sobre ella por no ser capaz de relatar algo propio. Ojala pudiera acariciarte, pero temo llevarme tu fina y degrada piel con las yemas de mis ahora huesudos y descarnados dedos, me limito a seguir con éste abrazo perfecto, que no es poco, e intentar si fuera posible trasmitirte todo el amor que has sido digna de sembrar en mí.

Tu pausada y trabada respiración es una triste melodía que hará las veces de réquiem y oda a ésta pesadilla que algunos ingenuos llamaron una vez "civilización" y al perdido empíreo que pudo haber llegado a ser de no haber estado poblado por una raza como la nuestra. Cuando con suma maestría, aquella que sólo las personas tan perfectas como tú pueden poseer, tocas la última nota de esa marcha final de despedida, y tus ennegrecidos pulmones dejan de respirar; Me dejas y te vas allí donde sólo los buenos y honestos tienen un sitio reservado, donde siempre serás tan bella como yo te vi desde el primer día, donde nadie nunca podrá trabar tu maravilloso ser ni entorpecer tu destino. Algo dentro de mí se quiebra mientras no dejo de amarte por cada regalo que me has hecho, por cada cosa buena que ha tenido mi vida y que ha venido de tu mano. Entonces por dentro lloro, pues es el único lugar donde puedo hacerlo desprovisto de dicha capacidad biológica y de las fuerzas para usarla. Sigues abrazándome con fuerza, incluso ahora, con lo lejos que estás ya de mí y eso es lo último que necesito para empezar mi marcha a fin de seguir tu brillante estela que me servirá de guía hacía el lugar al cuál vamos.