30/3/16

La senda del valiente. V Purificación.

Y aquí te encuentras, Aikar, en la cubierta de un barco con destino a Delfos. Sabes que debes contener tu ira, sabes que es necesario, pero no puedes evitar ver ese viaje como un exilio... Puede, puede que tengas razón, pero lo que no ves es que necesitas estar exiliado y apartado para recordar las lecciones que en tu niñez aprendiste, las lecciones que aquella vida llena de trabajo y humilde te enseñó. Las lecciones que Lycofrón te dio y que pareces haber olvidado.

Pues debes aprender, Aikar, que un héroe, el campeón de los dioses, que alguien en tu situación, no puede ser así. No basta el valor, la habilidad bélica, ni la fuerza, no es suficiente con eso. También son necesarias la inteligencia y la sabiduría, la piedad y el sentido común. Y tú posees una gran inteligencia, posees piedad y también tienes sentido común... Pero te ha faltado la sabiduría necesaria para ponerlas en práctica de forma adecuada. 

Así que joven Aikar puedes ver este viaje como un exilio, como algo inútil, como una perdida de tiempo que te retrasa en tu camino, puedes verlo así, pero también puedes verlo como algo que te dotará de la sabiduría que necesitas para proseguir tu viaje. Y si lo ves de esta segunda forma, este desvío en tu camino, te será útil y no un desperdicio como tu piensas.

18/3/16

Gime

Llego a casa tarde, harto de trabajar, dejo las cosas, aunque en realidad caen de mis manos. No puedo pensar más que en una ducha fría que me congele y me haga sentir algo distinto a cansancio y agotamiento. Casi voy desnudándome por el camino, entro en la ducha, y abro el grifo. Está gélida, tiemblo, mis músculos se tensan, mis hombros se contraen por el frío, como queriendo huir de ese agua glacial, pero esa ducha realmente me sienta bien. Abro el grifo del agua caliente y entonces elevo la temperatura, me relajo, bostezo, me siento cansado, pero ya no agotado, salgo de la ducha y me cubro con una toalla la cintura, por costumbre.

Voy hacia la habitación andando con cuidado, ella estará durmiendo, y ahí está, majestuosa, dormida, impresionante...


La lista de los libros olvidados

Hoy os quería contar una cosa, una anécdota que de repente, me ha venido a la mente... Pero es que tal y como la iba expresar me sonaba mal. Es decir me sonaba a como forzado, como si no es que me hubiera acordado de esa anécdota, sino que por algún motivo quisiera hablar de esto y demás... Bueno os parecerá una tontería pero... Antes de nada, vosotros, lectores habituales, os imaginaréis por lo que podéis leer en mi blog que yo, muy normal, lo que se dice normal, no soy. Para bien o para mal soy rarito, y sobre todo en lo que a mi mente y mis procesos mentales se refieren. Si, mis relatos son sólo eso, relatos. Pero quizás dejo un poco más de mí en esos relatos de lo que sería lo normal. Bueno pues es mi forma rara de proceder pienso que no quiero que un lector llegue, lea en esta entrada, como cuento una anécdota y piense "ya seguro que de repente le dieron ganas de contarla, que falso". Pues aunque sea imposible a mi no me da la gana que mi palabra se ponga en duda. Así que os seré sincero, esta mañana me he levantado, tras vaguear un buen rato en la cama mirando en twitter una cuenta sobre literatura recordé está anécdota y decidí hacer esta entrada. Y esta creo que debe ser la introducción más larga que haya hecho yo nunca.... Seguramente luego al corregir antes de subir, la borraré entera. Empiezo pues.

1/3/16

Vocación