Y aquí te encuentras, Aikar, en la cubierta de un barco con destino a Delfos. Sabes que debes contener tu ira, sabes que es necesario, pero no puedes evitar ver ese viaje como un exilio... Puede, puede que tengas razón, pero lo que no ves es que necesitas estar exiliado y apartado para recordar las lecciones que en tu niñez aprendiste, las lecciones que aquella vida llena de trabajo y humilde te enseñó. Las lecciones que Lycofrón te dio y que pareces haber olvidado.
Pues debes aprender, Aikar, que un héroe, el campeón de los dioses, que alguien en tu situación, no puede ser así. No basta el valor, la habilidad bélica, ni la fuerza, no es suficiente con eso. También son necesarias la inteligencia y la sabiduría, la piedad y el sentido común. Y tú posees una gran inteligencia, posees piedad y también tienes sentido común... Pero te ha faltado la sabiduría necesaria para ponerlas en práctica de forma adecuada.
Así que joven Aikar puedes ver este viaje como un exilio, como algo inútil, como una perdida de tiempo que te retrasa en tu camino, puedes verlo así, pero también puedes verlo como algo que te dotará de la sabiduría que necesitas para proseguir tu viaje. Y si lo ves de esta segunda forma, este desvío en tu camino, te será útil y no un desperdicio como tu piensas.