20/10/17

Melancolía.

 Hoy, estaba pensando yo, delante de una hoja de word en blanco, con un título que tenía que sugerirme una historia... Y no era capaz de escribir nada. Estaba como resacoso, dolorido, cansado y en general en unas condiciones nada recomendables para según que tipos de creatividad. Y entonces empecé a pensar en la melancolía, como concepto. En general.
Y pensé en las implicaciones que podía tener, en como podía afectar. Y luego en como me afectaba a mi mismo. Empecé a divagar a nivel mental, como quizás esté haciendo ahora a nivel narrativo o escrito. Como si quisiera rellenar una hoja de papel, pero que estaba en mi mente.
No os voy a engañar, la melancolía, puede ser muy jodida, puede hacer mucho daño, convertirse en una especie de veneno, infección o ponzoña que puede corroer seriamente el espíritu de una persona. Pero eso no la hace mala. Los sentimientos y creo que ya he hablado de ello en éste blog, no son ni buenos ni malos. Lo malo o bueno es lo que hacemos con ello. Y pensando en éstas cosas, no he podido caer y recordar a las personas que, por nuestro bien, nos intentan curar la melancolía.
Yo soy melancólico. Lo acepto. Quizás soy así o quizás simplemente algo no me funciona bien aquí dentro. Y he pasado rachas muy malas y muy oscuras. Pero seria un necio si culpara a mi carácter melancólico de tal cosa. Una vez intentaron quitarme la melancolía, no haré mención a este caso concreto con más profundidad, ni como, ni porque, ni cuando, ni quien. ¿Y sabéis que noté cuando se suponía que me la habían quitado? Vacío. Era como si me hubieran extirpado algo que formaba parte de mí, como si me lo hubieran arrancado. Notaba vacío. Antes de seguir quiero avisar que ahora mismo no me encuentro en la situación mental correcta o idónea para escribir, os aviso porque me veo venir una paja mental del quince. Avisados quedáis.
Obviamente no me la habían quitado, pero era como, me parecía como si sí lo hubieran hecho, todo, imagino, por el poder de la sugestión. Alguien pensó que esa era una solución a lo que me pasaba, pero se equivocaba. Y no pasa nada. Esas, son cosas que pasan, estamos condenados a equivocarnos, porque la prueba y error es el sistema por el cuál, como especie aprendemos y evolucionamos.
Esa, como decía, no era la solución. Soy melancólico, me gusta ser melancólico, y creo que no es algo que se me tenga que quitar. Que extirpar. Ese sentimiento muchas veces es una gran fuente de inspiración. Y realmente no es algo negativo, es algo que forma parte de mí, porque puedo estar eufórico, siendo así, y a menudo lo estoy, me encanta reír, a carcajadas, hasta llorar, hasta que me duele de tanto reír. Aunque sea melancólico. Porque como dijo el sabio, hay un momento y un lugar para cada cosa.
Y la melancolía puede tener sus puntos positivos, ya no en el aspecto creativo, sino en el aspecto ético, es decir en la manera de vivir uno la vida. Yo creo que la melancolía me ha dado muchas veces una dosis de realidad que me ha ayudado a ver las cosas con objetividad, que me ha hecho tomar decisiones correctas y sabias. También me ha hecho más fuerte, me ha enseñado a sobreponerme al dolor, a no dejar que me derribe o por lo menos, no tan fácilmente. La melancolía me ha ayudado a profundizar en mi mismo, a conocerme, a enfrentarme a partes de mi ser, de mi psique, que eran difíciles, dolorosas, terroríficas y oscuras. Me ha ayudado a conocerme a enfrentarme a mis fantasmas. En definitiva me ha dado un poco de sabiduría, lo cuál ya es algo para alguien con la mollera tan dura.
Así que en sí, no es mala. Pero es un arma de doble filo. Porque como he dicho un sentimiento no es ni bueno ni malo, eso depende de la razón que tú le des. Y la melancolía también puede ser mala, porque y sin profundizar mucho en ésta parte, puede llevar a la depresión, a la tristeza, al aislamiento, a la soledad. Pero eso, no viene sólo por la melancolía, hay otros catalizadores, otros atenuantes, que nos llevan a estos estados.
Problemas personales, traumas, miedos, inseguridades. El no conocernos a nosotros mismos. El no conocer a quien tiene éste rasgo y por él y otros motivos ya mencionados está deprimido.
Lo que quiero decir, sinteticemos, es que la melancolía no es mala. Y tanto si la sufrimos como si conocemos a alguien que la sufra, no debemos intentar "quitársela" o "extirparla" porque eso no servirá de nada, y no será más que una empresa condenada al fracaso. En mi caso, quien intento quitármela era alguien cercano, a quien quería y quien me quería. Y yo estaba mal, y pensó que el problema era que tenía simplemente "melancolía". Incluso yo llegué a pensar lo mismo.
Pero ese, obviamente no era el problema. Ahora es fácil verlo, puede que haya pasado un año ya. El tiempo despeja la mente y da perspectiva. Entonces supongo que no era tan fácil verlo, para ninguno de los dos. El problema no era esa nube oscura que se cernía sobre mí. La tristeza que sentía, venía de los problemas que tenía con esa persona y que me negaba a reconocer. Problemas que sólo fueron a más y a más. Si yo hubiera sido honesto conmigo mismo, quizás podría haberlos visto. Pero ahora no merece la pena seguir analizando algo que pasó y que no tiene solución
En conclusión, la melancolía es un sentimiento, no un problema. Yo soy melancolía y lo acepto. Aunque a veces me traiga problemas y dolor. Y quien lo sea deberá aceptarlo y dejar de ver eso como un enemigo. Y empezar a ver los problemas que se esconden tras ese sentimiento.
A mí me gusta ser feliz y me gusta reír. Sé que la melancolía y la euforia son sentimientos completamente opuestos, a mí me lo vais a decir, que hay veces que parece que tengo tres personalidades, la eufórica, la media y la deprimida. Pero así soy.
Y ¿sabéis que es lo que me hace más feliz? ¿Lo que me da más euforia? Lo que me acerca a mi niño interior. Al niño que fui. Quizás por eso me guste reír, porque considero que tuve una infancia feliz, pese a los problemas que tuvieron lugar, no dejaba de reír y eso me acerca a esa parte de mí y me provoca euforia. Hay cosas que me dan euforia, y es porque me acercan a ese niño interior, ese niño con una imaginación disparatada, que vivía en un mundo mejorado con sus ensoñaciones y disparates. Que podía ver lo que imaginaba como si fuera tangible. Quien alguna vez me ha enamorado a llegado a conocerme lo suficiente para saber que acercándose a mi niño interior podía conquistarme.
La verdad que echo de menos esa época y a veces siento haberla clausurado de forma tan abrupta. Otro día hablaremos de eso. Y de esa parte de mí.
En definitiva me gusta esa parte de mí, pero eso no quita que me guste su contraria. Porque no siempre se puede ser feliz, ni vivir en tu mundo, la realidad está ahí y no se puede huir de ella, porque es donde más se aprende, y donde más se madura.

No sé si se puede sacar más conclusiones a lo dicho, vosotros juzgaréis eso. Me dejo muchas cosas en el tintero, pero éste escrito reclama un final, así que os dejo una despedida, y agradezco el tiempo que hayáis dedicado a leerme. Un saludo y cuidaos mucho, queridos lectores.

1/10/17

Perdí a mi hermano.

 Yo te quería muchísimo. Eras mi hermano, mi protegido, parte de mí, de mi sangre. Eras una prolongación de mí. De lo bueno que había en mí. De los sueños que podía cumplir, de las lecciones que podía aprender, del bien que podía hacer. De todo aquello positivo o beneficioso que yo pudiera aportar, que pudiera dejar a mi paso por éste mundo. No albergo ningún sentimiento negativo contra ti, poco a poco todo se enfría y cuando podemos pensar con claridad, las heridas empiezan a cicatrizar. Aún te quiero, joder, eres mi hermano. Pero no en lo que te has convertido, en lo que eras, en la clase de hombre que podrías haber sido.
No me malinterpretes. No tenía ningún "plan" preparado para ti, no pretendía que fueras nada, no pretendía que hicieras lo que yo creyera que era mejor para ti. Sólo quería ser testigo de esa gesta que protagonizabas llamada "Tu vida". Ayudarte y ampararte en lo que pudiera. En fin, ser tu hermano, estar a tu lado, y disfrutar contigo de tus victorias, de las que eras el único protagonista, y las cuales podía admirar, y acompañarte en tus derrotas, impidiendo que la soledad de la perdida, del fracaso te abrumase, intentando darte la poca sabiduría que pudiera poseer, a fin de ver la enseñanza del bache.
Eras muy importante para mí. Y por eso me dolió tantísimo lo que hiciste. Porque eras el mejor hermano que yo hubiera podido esperar, pero hay cosas que ni a mi hermano le puedo pasar.
Y es que me dejaste tirado. Me diste de lado, y eso me dolió en lo más hondo de mi corazón. Tú siempre habías podido contar conmigo, y me hubiera puesto de tu parte pasara lo que pasara, hicieras lo que hicieras, tuvieras razón o no. Nunca habría habido nada en lo que te metieras, o en lo que te metieran, en lo cuál yo no hubiera tomado partido por ti. Porque aunque hubieras estado equivocado, seguirías necesitando a tu hermano, y ahí iba a estar yo, a tu lado, guardándote la espalda, e intentando si es que estabas en un error, hacértelo ver, utilizando todo mi talante, toda mi empatía, toda mi sabiduría e ingenio, pero sin dejarte de lado, sin dejarte sólo, aunque me hubiera tenido que manchar las manos, el honor, o lo que fuera preciso, por mi hermano todo.
Por mi hermano todo, menos dejarme vendido por él. Eso ni por ti, ni por nadie.
Y eso fue lo que hiciste tú. Te quisiste mantener neutral, no puedo entender porqué, supongo que porque quien estaba en otro lado de la cuestión te doró la perla muy bien, te soltó muchos halagos o te manipuló de alguna manera para que vieras más honestidad en su lado que en el mío. Realmente no hiciste nada demasiado grave, intentaste no tomar partido por nadie, mantenerte neutral, no escoger un bando. Pero al hacer eso, sin quererlo o queriendo, a propósito, o sin darte cuenta, tomaste partido, y no fue por mí. Con el tiempo hubiera podido perdonarte eso, aunque nunca hubiera confiando en ti, con fe ciega, como confiaba antes de que esto pasara.
Quien se apostilló en mi contra y te embaucó tan bien, sabía perfectamente que la mejor manera de hacerme daño, era atacarme a través de ti, por el único lado que no esperaba ser atacado, por el único lado del que no esperaba ninguna amenaza, en el que tenía completa y absoluta seguridad. Aún recuerdo, antes de que todo esto empezara, cuando no estábamos enfrentado dicha persona y yo, como cuando me insinuó su preferencia antes de ti le dije "Nadie está por delante de mi hermano, siento si te duele oírlo, pero espero que lo comprendas, hemos pasado tanto, que mi lealtad hacía él no puede ir ni pasar nunca a un segundo plano." Tanta culpa tuve yo de que te usaran contra mí al decir eso, como tú de confiar en el buen hacer de ciertas personas supongo.
Yo tuve mucha culpa en esto, lo reconozco, no pretendo criminalizarte y reconozco que puedo haber pecado de eso. Tú sólo intentaste escoger lo que te parecía mejor, supongo. Yo fui quien comenzó esto, quien actuó mal y provocó el enfrentamiento. Yo fui quien no tuvo la sensatez de cuando tú escogiste a quien apoyar, calmarme, enfriar la mente antes de hablarlo contigo, y yo fui quien, como un estúpido, dijo lo que dijo, sabiendo que por muy rebajado que estuviese a ti te iba a doler, tanto como me dolió a mí que tu me dejaras vendido. Que intentaras no apoyar a nadie entre tu hermano y quien pretendía darle todos los golpes que pudiera, actuando así, por no actuar. Hay veces que hay que escoger, porque al no hacerlo, dejas que o bien otros escojan por ti, o bien que tu tibieza sea la que escoja.
Pero lo que sí que no puedo entender, comprender ni asimilar es lo que vino después, los dos actuamos mal, los dos nos equivocamos, y eso iba a traer consecuencias, nuestro vinculo, el honor y lealtad que había entre ambos se iba a resentir, pero tú lo complicaste aún más. En vez de dejar que el tiempo hiciera su parte, que las cosas se calmasen, me buscaste, hasta encontrarme, me declaraste algún tipo de guerra absurda e infantil, intentando hacerme todo el daño que pudieras, hasta desgastar toda la paciencia que yo pudiese tener guardada para aguantar las niñerías y rabietas que nunca hubiera esperado de ti. Te levantaste contra mí, sabías que me estabas atacando, no fue por error, no fue por accidente, quería joderme, y eras plenamente consciente. Tú me atacaste, allí donde más podías hacerme daño, porque me conocías y sabías cuales eran mis debilidades y fortalezas, buscaste poner del revés mi vida, alterar todo lo que era importante para mí. Tú. Mi propio hermano.
He tomado muchas decisiones malas, no soy un ejemplo de las cosas que hay que hacer para un buen provenir, y la mayor parte de la complicación de mi vida es sólo culpa mía, por decir sí a lo que debí decir no, y viceversa. Pero yo nunca hubiera alzado mi mano contra ti, yo nunca hubiera buscado arruinarte, o dañarte. Eras mi puto hermano, nunca se me hubiera ocurrido, y por ello simplemente soporte tus ataques y me fui alejando de ti, cada vez, más. Aunque realmente el que me alejaba de ti, eras tú.
Perdí toda mi confianza en ti hasta que conseguiste darme absolutamente igual, hasta que olvidé todo la lealtad que guardaba y hasta que fui hasta deshonesto, con tal de evitarte y alejarte de mí.
Eras mi hermano, y ahora... Sólo quiero olvidar que confié tantísimo en ti, que tuve un hermano tan excepcional y que lo perdí, y nunca lo recuperaré. Quiero ver esto como una serie de malas decisiones carentes de toda malicia, aunque no lo comprenda, dado que nunca podré mirar y analizar estos hechos con frialdad y con imparcialidad. Es mejor no recordar algo que sólo trae dolor, prefiero recordarlo como algo absurdo y carente de sentido, a recordarlo como algo lleno de malicia, así es más fácil de olvidar. Así sólo trae tristeza y no rabia. Dado que la rabia es tan difícil de purgar, cuando entra en el corazón.
Quizás un día retomemos el contacto, olvidemos y hasta nos llevemos más o menos bien... Pero no podré evitar sentir siempre que perdí a mi hermano, y que nunca lo recuperaré.

Fuera culpa de quien fuera. Perdí a mi hermano.