15/6/16

Claustrofobia

Te levantas en una habitación oscura cuyo tamaño no llegas a distinguir. Tienes la frente empapada de sudor y apenas recuerdas como has terminado aquí, enjaulado. Los nervios te carcomen las tripas, el calor te ha empapado la camisa y tu respiración se acelera enloquecida sin responder a la razón.

No puedes detener tus pensamientos. No los puedes parar y por ello merodean libres destruyéndote. Lo están haciendo. Lo notas. Lo sientes a cada segundo en el pecho. Es un tumor del que no te puedes zafar con tanta facilidad.

Sientes unos dedos ejercer presión sobre tu cuello. Te están cortando la respiración y tratas en vano de tomar una gran bocanada de aire para sobrevivir. Tu pulso se acelera y del miedo una gruesa gota de llanto se vierte por tu rosada mejilla. No hay salvación alguna, empiezas a entenderlo.

¿Quién es? ¿Cómo he llegado a esta situación y por qué me dan muerte? te preguntas al mismo tiempo que ladeas el rostro y ves en un espejo el reflejo de tu propia figura con las manos agarradas al cuello, matándote a ti mismo.


1 comentario:

  1. Fantástico, compañero, así da gusto tener un blog. Muy buena entrada, de verdad.

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