11/10/16

Y ahora veo mi error.

Estaba deprimido, hundido en la tristeza, agotado de la vida, en una negrura tan profunda que faltarían hojas para describirla y no se podría siquiera cuantificar. Y tú podías haberme ayudado, pero no te pedí ayuda. Esa tristeza, ese no poder escapar de ti mismo... Tú podías haberme ayudado, pero fui estúpido, tu contabas conmigo para todo, para ayudarte siempre que tenían algún problema, y yo no fui capaz de corresponder tu confianza. No fui capaz de estar a tu altura.
Fui estúpido. No era capaz de contártelo, pensaba, que como demonios te ibas a sentir segura, a salvo, como te ibas a sentir protegida por mi, si yo me sentía así, como ibas a pensar que yo podía cuidarte si no era capaz de cuidarme a mi mismo, como ibas a estar a salvo con alguien que estaba así... Como alguien tan débil, tan asquerosamente débil, ya que era esa una de las razones de mi ira y mi dolor, como alguien así podía cuidar de ti.
Supongo que quería que me vieras como algo que te podía proteger, supongo que quería que vieras en mi, un muro, que no dejara pasar ningún mal, que fluyera hacía ti. Un lobo, peligroso, sangriento, salvaje... Que se lanzara como un loco contra lo que intentara atentar contra tu seguridad. Un perro, leal, que nunca bajara la guardia, que nunca dejara de estar atento, que nunca dejara de prestarte atención, que nunca te fallara. No quería fallarte y al final te fallé. Simplemente tenía que haber dejado de intentar ser algo y ser sólo yo, al fin y al cabo ese o eso es lo que te gustaba, yo, nada más. Con mi forma de ser, fuera cual fuera, y si estabas conmigo, sería porque te sentías segura. Pero hay veces que necesitas algo más que lógica, para atravesar un fango así, un fango que embota una mente en tinieblas de esa manera.
Y sin verlo venir, ni tú, ni yo, ni nadie... Pasó, me fui, dejé este mundo, un mal afortunado accidente. Una estúpida casualidad que se me llevó por delante. Sin quererlo pese a todo, te dejé, me fui de tu lado...


Y tú te rodeaste de mis cosas, no querías dejarme marchar, no querías que mi olor se difuminara, pese a que el tiempo jugara en tu contra, pese a que tenía que pasar, irías olvidando el sonido de mi voz, ese timbre exacto que la convertía en mi voz y en la de nadie más, algunos detalles primero. Mi olor, mi voz, mi sonrisa, mis miradas, mis caricias, mis respiraciones, mis gestos, mi forma de andar, de moverme, de expresarme, de pensar, de sentirme... Mis ojos, mi rostro, mis palabras... Todo se difuminaría, tarde o temprano, tenía que pasar, así es la vida. Y es bueno, el dolor debe difuminarse. Es lo mejor, es lo indicado. Pero tú no querías, te aferrabas a mi recuerdo, a mis cosas que te traían ese recuerdo, te aferraste a mí, tan cabezota como lo hacía yo con mis cosas, supongo...
Y quizás eso hizo única nuestra historia. Yo estaba, pero no sabía que estaba, donde, como o porqué, ¿era una energía, una ensoñación, un recuerdo... Tus ganas de tenerme me habían creado... Tu añoranza se había trasmutado en algo que no era físico...? Simplemente estaba, y poco a poco fui cobrando consciencia, primero de que existía, segundo de cual era mi situación y tercero de cual era mi pasado y de como había llegado allí y tras comprender el conjunto de esas tres cosas... Se podría decir que volví.
Al principio no sabía como contactar contigo, tú no sabías que era lo que pasaba, extraños sucesos empezaban a rodearte, no los entendías y eso te ponía peor, más hundida. Pero habías creado un vínculo, de alguna manera... Mira, no sé ni que soy, ni como llegué, ni como lo hiciste, pero lo hiciste. Ese vínculo que me unía a ti, creado por los vínculos que antes de que abandonara este mundo nos unían, ese vínculo cada vez me daba más fuerzas, para manifestarme, para hacerlo de formas más claras, más evidentes, para hacerte darte cuenta de que yo estaba allí, de que seguía contigo, de que seguía queriéndote.
Y por ese vínculo, mi fuerza, mi poder... Se hicieron mayores, cada vez era capaz de interactuar con el mundo físico con mayor fuerza... Hasta que llegué a ser visible para ti. Mi fuerza, nacía en la tuya, en tu capacidad para añorarme, para desearme, para quererme, tú eras la que me traías, la que me acercabas a ti.
Y descubrimos todo un nuevo mundo, una nueva forma de vida, una nueva forma de amarnos, de comunicarnos, de estar juntos a cada momento, de no separarnos nunca. Y eso, nos gustaba, pero no era bueno, estábamos alimentado una obsesión... Estábamos disolviendo el recuerdo del amor fuerte y sano que una vez nos procesamos, estábamos jugando y metiéndonos en un mundo que no entendíamos del todo. Pero no podíamos parar. Cada vez era más fuerte... Y nos encantaba. La muerte fue el inicio de la perdida de nuestra cordura, de nuestro sentido común, de nuestra responsabilidad... Fue el portal que abrió un camino a la demencia...
Aprendimos cosas, compartimos cosas.... Era raro, era nuevo, y hay que reconocerlo, tenía una especie de peligrosa, muy peligrosa, belleza. Ese tipo de amores, acaban mal, pero a veces son bonitos.
Pero no era lo único peligroso, nuestra obsesión, nuestra falta de intimidad propia... No era lo único peligroso. Había seres, espectros que habían vuelto y habían enloquecido por no entender o querer entender el cambio que habían sufrido, por la enorme soledad de la que yo había conseguido escapar. ¿Puede estar loco algo que no tiene cerebro, mente, una manifestación paranormal? Al parecer si...
Tuve que aprender a protegerte de ellos, a combatirlos, a acabar con ellos, a encerrarlos en un lugar oscuro y mefistofélico de donde no pudieran salir para ir a por la gente que como tú por su sensibilidad... Era más sensible a sus ataques, o a los que como yo, aún no habían perdido la mente tanto, no habían encajado tan mal el trauma que es dejar la vida... No habían perecido a la oscuridad de la muerte, lo suficiente como para que germinara en ellos esa esencia malvada, esa semilla cruel, esa ira y ganas de hacer daño a los que eran como ellos, pero no sufrían su dolor, como yo... O a los que podían sufrir sus ataques, como tú...
Y superamos ese bache, y caímos más aún en el abismo de nuestra demente aventura... Fui capaz de tomar posesión de tu cuerpo y tú me regalaste la capacidad de poder hacerlo y terminar mis obras, terminar de escribir todo aquello que quería haber escrito, dejar mi pequeña huella en el papel, como siempre quise... Y tú regalo nos hizo caer más y más.
Y descubrimos que en tus sueños había un nuevo escenario, una nueva realidad donde estar juntos, donde poder amarnos de forma tangible... Donde ambos estábamos vivos y podíamos compartir todo lo que fuera del mundo onírico no podíamos compartir... Nos besamos, nos acariciamos, compartimos nuestra intimidad, no hubo muestra de amor que no nos diéramos mientras tú descansabas y yo viajaba a tus sueños... No hubo lazo que dejáramos sin establecer en ese mundo, no hubo nada que no compartiéramos, no hubo muestra de amor que no nos entregáramos. Y caímos más y más, sin saber el daño que nos estábamos haciendo. Sin ver el daño que tú, sobre todo, estabas recibiendo.
Y llegó un momento que dormías más que vivías, que a escondidas en los pocos momentos de intimidad que pasabas, que no estabas a mi lado, consumías relajantes y drogas que te hicieran dormir más y más... No querías soltarme, no querías vivir, sólo me querías a mi, estar conmigo, todo lo que pudieras, y yo no quería que dejaras de hacerlo, ni quería ver el daño que te hacía...
Y ahora, por fin, ahora veo mi error, veo todo el mal que hemos hecho, y veo todo el mal que te he hecho, lo inconsciente que he sido, lo egoísta... Veo que tengo que desaparecer, desvanecerme en el olvido... Porqué sino tú no tendrás vida, porqué estoy destruyendo tu vida. Me odio por haberte hecho esto, por no haberlo visto antes. Porqué de verdad parecía que lo que teníamos estaba bien, éramos felices... Pero era algo obsesivo. La única y la peor pega. Era obsesivo, de todos los canceres que podía haber sufrido nuestro amor, la obsesión mal sana, enfermiza, como la que teníamos, era el peor...

Así que esta noche entraré en tu mente, compartiremos tus sueños y tras esta despedida borraré de tu mente mi recuerdo, porqué te amo, con todas mis fuerzas, con todo mi ser, más haya del tiempo, del espacio, incluso de la vida. Te amo y he tardado demasiado en ver lo que tengo que hacer de verdad. Me gustaría que mi último gesto por ti fuera más romántico, más trascendente, menos doloroso para mi... Pero esto es lo mejor que te puedo hacer, la mejor prueba a mi amor por ti. La mejor forma de abandonar este mundo sería dando la vía por ti, un último gesto que te mostrase todo lo que te amaba y hasta donde estaba dispuesto a llegar por tu salud, por tú bienestar, cuanto sería capaz de sacrificar por tu seguridad... Pero ya no tengo vida que darte... Así que simplemente me desvaneceré de la tuya, que aún tiene que ser larga y feliz, por ti, por mí, por la vida que no pudimos tener juntos hasta fenecer, pero de forma natural y sana. Por ese amor verdadero y saludable que no pudimos ni podremos procesarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario