Hay un momento en la vida de todo hombre, en el que debe dar un gran
paso, en el que su concepción debe cambiar completo, debe dejar de
ser un niño, para ser un adulto. Unas veces es más tarde y otras
veces más temprano, pero al final siempre pasa, tarde o temprano te
ponen delante de ese estrecho y angosto sendero que es la adultez,
ese camino que no puedes recorrer sino dejas de ser un niño, un
inmaduro, un inocente.
Para mí ese momento fue, no un shock, pero si un momento nada
liviano. Quizás para otras personas esa transición fuera o sea más
amena, más sencilla, para otras seguramente será mucho más dura de
lo que fue para mí, y habrá otras que irán desde no haber
terminado del todo esa transición, y encontrarse a mitad de camino,
a mitad de cambio... Hasta a no haberla hecho nunca, ya que hay
algunas personas que son verdaderas inmaduras e inmaduros, por no
decir completos imbéciles.
Eso es algo que todos, tenemos que hacer, de una forma u otra, antes
o después, pero que debemos hacer, es lo que toca, no hay otra y es
lo mejor, por dura que sea dicha transformación...
Sin embargo, pienso, y quizás esté equivocado, que hay algunos
factores que pueden facilitarla, ayudar a que sea más llevadera. Se
supone que hasta que llega ese camino, somos seres en transformación,
educándonos, perfeccionándonos, y como tales tenemos unos
supervisores, unos tutores que deberían, al menos esa es la teoría,
guardar que nuestro perfeccionamiento sea el mejor, para que llegado
el momento de ese viaje lo superemos de la mejor forma posible afín
de que nuestra vida, ya como adultos, sea lo más llevadera que se
pueda.
La comprensión por parte de estas figuras que a menudo serán
nuestros padres, o nuestros tutores, es uno de esos factores que
pueden ayudarnos a realizar de una forma liviana esta senda que no
por obligación debe ser difícil y tortuosa, y mucho menos, tiene
que ser tan difícil como algunos de esos "supervisores" se
empeñan en hacernos vivir, ya que ellos tuvieron que pasar también
ese cambio de forma dificultosa, pero eso no es una tradición, es
una consecuencia a nuestro crecimiento y madurez, y repito, no es
obligatorio que sea dificultosa.
Otra de las herramientas que podrían ayudarnos a, quizás no hacerla
más sencilla, sino a comprenderla mejor, a comprender mejor como va
a ser todo cuando llegue el momento... Otra de esas herramientas como
decía, es una buena charla. Unas palabras que nos prevean de lo que
nos puede esperar, no que nos asusten, no que nos pongan en tensión,
ni que sean condescendientes, ni desagradables, sólo que nos hagan
entender mejor lo que va a pasar un día, que nos ayuden a alejar el
posible desconcierto que nos pueda asaltar en esos momentos, que
disipen las dudas y el pánico de nuestros corazones si las cosas no
son como esperábamos o son más duras de lo que esperábamos.
Yo hubiera agradecido unas palabras así... No es que no las tuviera,
sino más bien que los que tenían que dármelas o bien no supieron
expresarlas como tocaba, o bien no lo intentaron siquiera.
Yo hubiera agradecido que me hubieran dicho que este mundo es capaz
de romper a los mejores, a lo más buenos y a los que más luz pueden
dar... Qué si tienes suerte tendrás un futuro seguro, te rodeara
gente que te quiera y te sea leal y tendrás la capacidad y el
ingenio de ganar todas tus batallas... Pero que la suerte escasea y
lo más seguro es que sólo tengas una de las tres cualidades
mencionadas y quizás ninguna. Que lo más seguro es que en esta vida
nadie nunca de nada por ti, nadie nunca crea que tengas algo especial
independientemente de que lo tengas o no, que en la vida realmente
estamos solos, eso es lo normal y que rara vez, por equivocación
casi, se rompe esa norma y la soledad se convierte en un pasado que
llegamos a olvidar, porqué una o varias personas deciden aferrarse a
nosotros de forma desinteresada e hilar su camino junto al nuestro,
pero que en el caso de que esto suceda no será por suerte sino por
una ingente cantidad de esfuerzo y trabajo por nuestra parte que
nunca tendrá fin. Me hubiera gustado que alguien se sentara delante
mío y me dijera esto, que la vida en realidad es una mierda, pero es
una mierda tan desagradable que te hace sentirte vivo, tan jodida que
si la sobrevives la recompensa a tus cicatrices, a tus esfuerzos y a
tu derrota te hará ser feliz pese a lo cabrona que es la vida.
Ojala alguien me hubiera dicho que nunca podrás confiar en nadie,
excepto cuando sí, y cuando si, que será tras mucho sufrimiento y
trabajo, ese alguien que merece tu confianza nunca te va a dar la
espalda. Me hubiera gustado que me dijeran que en esta vida las
recompensas son para los fuertes y los listos, para los que tienen la
constancia de ser esas dos cosas y no rendirse ni dejarse aplastar.
Que lo que nos hace grandes es eso, el haber sido los que más han
sufrido, sin dejar que esa ingente cantidad de dolor, de ira y de
rabia les cambiase, les nublase el juicio o les empujara a no ser
ellos mismos, a ser algo a costa de otros, dejando de ser entonces
personas, y pasando a ser engranajes de esa dura y macabra
maquinaria, trituradora de personas buenas y generosas, que es la
vida.
Me hubiera gustado que alguien me dijera cuanta oscuridad puebla,
nutre y rodea nuestro mundo, y que a pesar de eso, podíamos alcanzar
la grandeza y la felicidad, si no nos rendíamos. Me hubiera gustado
que alguien me hubiera dicho estas palabras y otras explicando que la
cosa se puede poner muy mal, pero que si aguantamos, merecerá la
pena. Me hubiera gustado que lo hubieran hecho y no por arrogancia,
por asustarme, por echarse glorias de "mira lo que he pasado y
tú no" Me hubiera gustado que me lo dijeran por comprensión.
Para hacerme saber que iba a ser duro, pero que no estaba sólo, pues
cómo mínimo la persona que debería decirme estas palabras, había
pasado por lo mismo, sin dejarse someter, y ahora me lo explicaba,
ofreciéndome de cierta manera, su comprensión ante lo jodido que se
me venía encima, pero también su compañía cuando sintiera que la
vida me pisaba tanto que no me dejaba respirar. Me hubiera gustado
que alguien me dijera estas palabras, como había que decirlas, con
el sentimiento que había que trasmitir en ellas... Un sentimiento
que se reducía básicamente a... "Lo tienes jodido, pero hey,
como ves, te lo estoy diciendo, y eso quiere decir que cuando
empieces tu camino, no estarás sólo, tendrás por lo menos a una
persona de tu lado, que te ayude, porque eres mi hijo, y por ti
pienso hacerle trampas a esta vida, por cabrona que sea, por ti,
pienso sacar un as de la manga, para que tú al menos empieces en
esta carrera de crueldad con algo de tu parte, no estar sólo"
Realmente me hubiera gustado recibir unas palabras así, quizás
mejores, quizás peores... Pero unas palabras que me hubieran hecho
sentir lo que tendría que sentir todo el que las recibiera, que
podía, que pese a todo podía con esa ruleta rusa de disgustos que
es la vida, que podía y que empezaba con una peón de su parte.
Esa cabrona a la que llamamos vida nos deja malos sabores de boca y
muchas lecciones, si sabemos interpretarlas, y supongo, que esta,
para mí es una. Quizás un día sea capaz de decir unas palabras a
alguien, como ese alguien necesita que se las digan, quizás el no
recibirlas me haya enseñado a decirlas, quizás un día una persona
se beneficie de ellas, sin el regusto amargo que dejan mis fallos,
errores y quemazones de mal escritor. Esperemos. Si lo hago bien, un
día alguien os contará como yo le dije bien esas palabras, y quizás
también os cuente que aunque fuera un escritor decadente y malo,
quería a su padre.
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