13/8/16

VIII Contra los Centauros.



 Hoy Ambracia amanece nublada, de una forma casi imperceptible un tinte rojo se a adueñado del cielo del lugar, pareciera como si los cielos fueran a llorar sangre por esta ciudad perdida en las garras de Ares. El cual ahora habla con Periandro, rey de dicha ciudad maldita... Le cuenta las andazas de nuestro adalid, de Aikar. Y cómo cada vez está más cerca, como tiene aliados, como se va acercando a cumplir su destino. Periandro es ciego, sordo y mudo en manos de Ares, es su muñeco, escucha, aterrorizado ante su sino, pero igual diera que no escuchara, es una marioneta y bailará al son que Ares marque.
Ares, por su parte, es obstinado hasta el fin. Y pondrá todos los obstáculos, pruebas y enemigos que pueda en el camino de Aikar. Así que ordena a Periandro que mande a los guerreros eunucos de su "Arena de los corderos" en busca de Aikar, guerreros sanguinarios y completamente locos, pero no por eso carecen de astucia, o de control, son monstruos, pero capaces de ser meticulosos y calculadores, son asesinos de élite, jóvenes, fuertes y bien adiestrados, encontraran a Aikar y éste tendrá que demostrar su valía y supremacía sobre ellos.
Tú por tu parte, Aikar, recorres los senderos montañosos de Arcadia, siguiendo su camino. Cuentas con el apoyo de Syne y Myrtón, además de los treinta náufragos que han decidido seguirte. Estos han decidido hacerse llamar los Timistios. Al parecer uno de ellos, proviene de tierras que están más allá de la Jonia, y en su lenguaje, "Timis" debe significar algo parecido a compañero de armas.
De ésta manera, Aikar, con tu panoplia recuperada, una nueva espada, dos files amigos y los autodenominados Timistios, recorres tu camino.
Pero no todo pinta tan bien. No tenéis dinero, ni demasiadas provisiones, tampoco armas, y el adiestramiento de tus aliados es más bien escaso, saben pelear, pero no son guerros, ni soldados.
Estas cavilaciones tienen lugar en tu mente cuando a lo lejos, en el camino, ves a tres jinetes cabalgando alrededor de un hombre, parecen bandidos y parece que tratan de amedrentarlo, ordenas a tus hombres que se queden donde están, no saben pelear contra jinetes y tu sólo te vales contra esos bandidos, coges lanza y escudo y corres hacía donde el asalto está teniendo lugar.
Cuando te acercas, eres consciente de la situación, no son jinetes. Son centauros, bestias peligrosas, y que pueden ponerte en grave peligro, mas eso no te preocupa, como buen héroe, eres bastante inconsciente en determinadas situaciones. El primero de ellos carga contra ti, lanza en ristre, la desvías con tu escudo y pasa de largo, vienen los otros dos, y tu ruedas hacía un lado para esquivarlos, te das la vuelta al instante, adoptas de nuevo tu posición defensiva y alzas la lanza cuando vuelven a cargar contra ti, uno de ellos cae herido por tu lanza, vuelves a ser atacado, sueltas la lanza, sacas tu espada corta y aprovechando que están cerca de ti, pasas entre ellos ágilmente y dejando cortes a tu paso, eso les enfurece y recibes una coz, que te lanza varios metros por el aire. Tu armadura te ha protegido y tus costillas no se han roto a pesar de la contundencia del golpe. El centauro herido sigue combatiendo y te ataca con un enorme hacha, tu detienes el golpe con el escudo y lo ensartas con tu espada, cae abatido y los otros dos centauros son atacados por la espalda por las flechas de Syne, cuando se dan la vuelta tus hombres saltan sobre ellos y a cuchilladas y puñetazos acaban con ellos. Bien es cierto que no están bien adiestrados ni pertrechados, pero son duros, no olvides eso Aikar, o por lo menos recuérdalo, antes de jugarte la vida como ahora, eres joven, pero eso no es sinónimo de ser insensato, aunque haya buenas intenciones en tu insensatez.
Por suerte los centauros a pesar de fieros, no suelen ser muy agudos, pues son mucho músculo y poco seso en la mayoría de los casos, aunque notables excepciones ha habido. Estamos satisfechos con el espectáculo que has ofrecido, muchacho.
El hombre al que has salvado permanece inmutable en el camino, como si no hubiera pasado gran cosa. Lleva una túnica gris y una capucha cubriendo su rostro, cuando reparas en él, éste sonríe y asiente dándote las gracias. Decides acampar y descansar, mandas a tus hombres enterrar a aquellas bestias y aprovechar el posible equipo que puedan llevar. Las armaduras de cuero, las espadas el hacha, la lanza y otros enseres que porten.
Encendéis una hoguera y preparáis algo de comer, ofreciéndole un lugar en vuestra rudimentaria cena al viajero que habéis escrito. Es un hombre peculiar, lo ves enseguida, despierta nuestro recelo, pues no es de nuestro reino, no está sujeto a nuestras olímpicas leyes, ese hombre no es mortal, no es uno de nuestros súbditos o nuestra progenie... ¿Quien es ese hombre? Decidimos prestar atención a la conversación que mantienes con él:
Y dime viajero, ¿De donce vienes, o hacía donde vas?—Preguntas.
No soy un viajero, soy un escriba—Dice el hombre, mientras saca de una bolsa de viaje un pergamino sujeto a un marco de madera y toma apuntes en él con un carboncillo. Te fijas y ves que a pesar de que escribe, ni una sola palabra queda grabada en el pergamino, como si fuera imposible dejar palabra alguna sobre él...
¿Intentas escribir?—preguntas.
Estoy escribiendo—Responde con amabilidad.
Perdona mi ignorancia, escriba, pero no veo que escribas nada...—Ese hombre despierta toda tu curiosidad, y aunque tu instinto no te previene de que sea un peligro te desconcierta profundamente, nosotros somos dioses, y no nos oirás reconocerlo, pero a nosotros también, ¿Quien es ese escriba misterioso?
Tú no lo ves, sin embargo, estoy escribiendo.
Bueno, confío en ti, quizás ese pergamino y ese carbón con el que escribes sea un regalo de los dioses, y yo no sea capaz de entender su poder.
No eres capaz de entender su poder—reconoce el escriba—Pero no es porque sea un regalo de los dioses—Dice el con amabilidad. No intenta vanagloriarse, sólo que le entiendas.
Eres un hombre muy extraño escriba... ¿Eres un dios camuflado con aspecto de hombre?—Preguntas.
No, no soy un Dios, soy un hombre, sólo que no soy de esta tierra.
¿Y de donde procedes para ser tan peculiar?
De una tierra a la que no puedes llegar y a la cual es muy difícil viajar. Una tierra que está más allá de la jurisdicción de tus dioses.
Eso no puede ser, nuestro mundo es el reino de los dioses.
¿Y crees que sólo hay un mundo y sólo unos dioses, crees que éste es el único mundo que existe? ¿No puede haber otros mundos, no pueden tener otros dioses?
Nunca lo había pensado.
Lo sé.
¿Entonces eres un dios de otro mundo? ¿de tu tierra?
No—sonríe con amabilidad de nuevo—Sólo soy un escriba.
Un escriba con poder para viajar entre mundos...
Sólo entre algunos mundos.
Entiendo, eres realmente extraño, pero bueno, si todos fuéramos iguales no sería tan interesante la vida ni habría aventuras que vivir y experiencias sufrir... ¿No?
Estás en lo cierto.—Concede el escriba.
¿Y qué poderes más tienes?
Bueno, escribo.
Pero no creo que viajar y escribir sea lo único que puedes hacer, cuando te atacaron los centauros, ni te inmutaste. ¿Sabías lo que iba a pasar acaso?
No subestimes el viajar ni el escribir, muchacho, te sorprenderías de lo que se puede hacer dominando bien esas dos artes. Y respondiendo a tu pregunta, sí, sabía lo que iba a pasar.
¿Ves el futuro, acaso?
No todo, pero un poco aquí y otro poco allí, sí puedo leer.
¿Y podrías decirme mi futuro entonces? ¿Cuando moriré?
Tú futuro no está escrito Aikar.
Mi destino está sellado.
Pero no está escrito.
¿Qué quieres decir?
Digamos que tu destino está pensado, pero no está transcrito, tu destino, tu vida, tu futuro se escribe poco a poco, a cada paso que das, tu futuro se escribe al recorrer tu presente, y aunque esté sellado como dices, no está totalmente cerrado, el destino sólo es el fin de un viaje, el lugar al que llegas cuando dejas de viajar, por donde viajes, o que caminos recorras, es decisión tuya. El destino no es tan certero e implacable como crees.
Pues no he podido sortearlo...
Porque no sabes como como hacerlo, recorres el camino que está señalizado, no el que escoges, sin saberlo y de forma inconsciente, pero eso es lo que haces, no hay nada de malo en ello, tranquilo, no es un reproche, pero es lo que haces.
Confundes mi mente, escriba. Pero me caes bien.
Gracias—Sonríe el escriba—Confundo tu mente porque está cerrada y no abierta, algún día podrás abrirla, no desesperes, sólo es cuestión de aprender, ya aprenderás esto algún día.
Está bien, disfruto de ésta conversación, pero me confunde y provoca dolor de cabeza, así que me gustaría dejar las cuestiones relativas a tu procedencia, a tus poderes, al destino y a todo eso que se me antoja tan difuso, y quiero hacerte de nuevo ésta pregunta más concreta. ¿Conoces mi futuro, cuando moriré? E intenta ser más concreta.—El escriba ríe y asiente con una sonrisa.
Te entiendo, no te preocupes e intentaré ser más concreto. Pero es difícil ser concreto con algo tan abierto como tu futuro. Cómo te decía tu futuro está pensado y tu destino sellado, pero no por eso hay una única forma de llegar a él, así que no está escrito ni es fijo o incambiable. Conozco algunas cosas que seguramente te pasen, y cosas que pasarán cuando mueras. Pero no es algo fijo y estático, y eso no lo puedes cambiar ni siquiera los dioses. El tiempo no es fijo ni estático y la forma de recorrerlo tampoco. En resumen, conozco cosas de tu futuro, que puede que pasen y que seguramente pasarán pues sólo sabes tomar un camino, pues aún no has trascendido como para tomar otros caminos.
Quiero que me lo digas, lo que me pasará.
No puedo decirte, pues sino como tu has dicho antes ¿Que gracia tendría? Un futuro que ya sabes es igual que un mundo donde todos y todo es igual, sin aventura, por decirlo así...
Me provocas dolor de cabeza, escriba.—Sonríes al decir esto y bebes vino.
Puedo decirte que cumplirás el que crees que es tu destino, si pones todo tu esfuerzo en ello, pero puedes fracasar si no lo haces. Puedo decirte que encontraras la felicidad durante muchos años, y que tendrás una vida plena. Pero también como cumplir tu destino, depende de ti, y de tu esfuerzo. Puedo decirte que vas a sufrir mucho, tristeza y pruebas difíciles en extremo.
Bueno... Está bien, dime cuando moriré.
No te preocupa la muerte, porque quieres saberlo.
Por curiosidad, realmente. Sé que dices que mi futuro no es algo estático, pero no me voy a preocupar por ello, cuando tenga que morir, moriré. Sin embargo me da curiosidad, que no miedo.
Está bien, no te lo diré todo, te diré algunos detalles, para saciar tu curiosidad un poco, como antes.
Está bien.
Es muy posible que mueras en breve, te juegas tanto la vida que tus posibilidades de morir son siempre muy altas, pero es más posible que mueras dentro de más tiempo, cuando derrotes a un enemigo muy superior. Lo que es seguro es que cuando mueras conocerás a una mujer que sabrás que no es de éste mundo, al igual que yo, es una amiga mía, y tendrá una última misión para ti. Lo primero que te hará ver de su aspecto, quien es, serán sus ojos. No tendrás dudas.
Bueno, no es mucho, pero es algo... ¿El enemigo superior es mi abuelo? Has dicho que no tengo un control sobre el camino que estoy recorriendo porque no he trascendido, ¿acaso tú si lo has hecho?
Puede que sea tu abuelo, o puede que no, el futuro no es algo fijo, ya te lo he dicho—El escriba sonríe.—Trascender no es un fin, es un proceso. Es abrir tu mente, tu espíritu, tu ser... Ser algo más que un mortal, un héroe, es quitarte etiquetas, ser un ser vivo y tener consciencia de ellos, de la infinidad de eso, de que nada es estático, o inalterable. Yo he trascendido un poco más que tú. Por eso estoy fuera de las leyes de tu mundo ahora, por eso tengo estas habilidades, por eso no estoy sujeto a ciertas normas y puedo ir ha ciertos lugares y viajar entre estos... Por eso soy un poco más libre y estoy un poco menos atado al plano físico. No demasiado, pero si lo suficiente.
Entiendo, creo... ¿Y yo transcenderé, quizás cuando muera?
Sí, lo harás, pero no cuando mueras. Tu mente se abrirá y liberará mucho antes, ha empezado a dar los primeros pasos, empezarás a transcender antes de morir, pero lo más seguro es que alcances mi nivel cuando hayas muerto, pues para comprender lo que yo, y trascender como yo, quizás debas morir, para abrir más tu mente...
Tengo una pequeña teoría sobre ti... Creo que escribes mi futuro, es decir, puedes ver lo que va a ser de mí, y vas escribiendo lo que pasa, tú eres el que sella mi vida, mis decisiones el que convierte "eso que puede pasar" en lo que acaba pasando. O bien te limitas a transcribir sellando mi destino, o bien tú eres el que piensa mi destino y luego lo transcribe y sella, haciéndolo inalterable, cuando ya he pasado, ya he decidido, ya he vivido... Tu piensas, imaginas, y yo tengo un futuro o varios, llenos de posibilidades y de hipotéticos finales infinitos, tu escribes, y tengo un presente inalterable y un pasado... Creo que tu podrías ser quien me ha creado quien decide como es mi vida, mi camino y si decide corregirlo o cambiarla... A pesar de que mis dioses sean los olímpicos, tú podrías ser quien me haya puesto en sus dominios y haya fijado unas posibles pautas para que recorra un camino...
Podría ser, o puede ser que simplemente sea un escriba que pasa por aquí.
Si sólo eres un escriba y no tienes ningún dominio o poder sobre mí mi pasado, presente o futuro, porque has decidido encontrarte conmigo.—El escriba sonríe.
Puede que tu mente esté unos pasos más cerca de empezar a trascender.
Creo que estás son cuestiones demasiado complejas para mortales, así que voy a retroceder esos pasos, prefiero seguir pensando que tengo un destino inalterable y que lo cumpliré, me caes bien, te respeto, pero prefiero hacer como que no te he conocido, mi vida es más simple y sencilla así...
Respeto tu decisión—Sonríe el escriba con amabilidad.
Ahora me iré a dormir, tengo la sensación de que ésta es la última vez que nos vemos... Por lo menos mientras yo siga siendo un mortal sujeto a las leyes físicas de mortales y a la jurisdicción de mis dioses. Sólo dime dos cosas si lo que he teorizado antes es cierto, ¿tú eres un dios? Y la segunda, ¿te queda algo que decirme, o que aconsejarme?
Me limitaré a responderte a esas dos cuestiones. No es necesario ser un dios para crear, viajar o transcender. Soy un escriba, al menos en mi condición actual, he sido otras cosas, pero ahora sólo soy escriba, hasta que deje de escribir y viajar para seguir escribiendo, y lo volveré a ser cuando retome mi escritura. No soy un dios, soy un humano como tú, que ha trascendido, y que es capaz de trascender cuando escribe y e viajar y de obtener poderes omnipotentes al escribir, transcribir o imaginar y crear. No voy a decirte si lo que has teorizado es cierto o no, todos debemos ser libres, y decírtelo todo, acerca de tu futuro, de tu condición o de lo que hemos hablado... Acabar con el misterio, por decirlo así, sería acabar con tu libertad al hacerte sabedor de tu condición de tu pasado, presente y futuro absolutos. Y sí me queda algo que decirte. Sé libre, piensa siempre lo que quieras, cree en lo que quieras, haz lo que quieras, decide tú y sólo tú en tus asuntos, aunque tu decisión sea seguir ciegamente un destino que no es tan inalterable como crees, decide tú, pues aunque decidas someterte, habrás sido libre de hacerlo. No te martirices con posibles o futuros, vive como ahora, elige y vive con ellos, así trascenderás haciendo, pensando y creyendo en lo que quieras, con libertad. Que tu fin sea la libertad no el conseguir algo para poder controlar otra cosa, como tu futuro o tu destino. Y un último consejo, mañana encontraras un sendero a una cueva, esa es la guarida de los centauros son una docena, te conviene vencerlos...
Vemos como tú asientes, Aikar, y tras despedirte con un saludo, vas a descansar, pues ya es tarde... El escriba desaparece simplemente, no somos conscientes hasta que caemos en que ya no está, como si nunca hubiera estad ahí... Hemos sido testigos de todo lo hablado, somos conscientes de su posible poder e intentamos asimilar su condición... Su capacidad... Pero hacerlo sería reconocer que no somos divinidades totales e insuperables, que no tenemos dominio y control sobre todo que nuestra jurisdicción no es total y absoluta, que somos omnipotentes ni omnisapientes... Que tenemos limitaciones... Y antes de llegar a todas esas conclusiones, preferimos, como tú, Aikar, callar y olvidar. Así pues, haya silencio sobre esta cuestión, hemos de centrarnos en cosas más importantes, en nuestros deberes divinos, como el castigar a tu abuelo, Periandro de Ambracia. Haya silencio pues sobre esta cuestión, los olímpicos niegan su existencia.
***
El escriba, remató la última frase con un punto. Y silencio hubo, pues había llegado al final del capítulo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario