1/3/18

Azul.

 Podía sentir los pliegues de aquella tela cubriéndome y envolviéndome. Tenía un tacto sedoso y fresco al envolver mi piel. Todo lo que me rodea es azul, todo lo que me rodea ahora tiene formas vaporosas, como si hubiera aparecido en medio de una especie de cielo, sin embargo no caigo al vacío, o no tengo esa sensación ya que es como si hubiera desaparecido la consciencia de mi cuerpo, y sólo tuviera consciencia de mi mente, embriagada por algunas dulces sensaciones como la del fino tejido que parece guarnecerme.
Un olor melifluo y agradable parece rodearme, quizá sea ésta la antesala del paraíso. O una cruel ilusión precedente al infierno. Mis dedos parece palpar algo rugoso, algo que parece tener movimiento propio. Propia conciencia. Ese algo me rodea y empieza a tirar de mí, percibo su consciencia, pero no su existencia, éste estado resulta caótico y confuso, como si estuviera aletargada. Sin embargo es como si ahora mi mente fuera mucho más... ¿Libre? Siento como si pudiera ver mucho más lejos, mucho más hondo. No me detengo en formas y detalles, en apariencia, sino que percibo lo que algo es, de verdad, más allá de lo que una simple imagen elaborada con formas y colores puede trasmitir.
La tela que parece envolver a lo que sea que sea yo ahora parece palpitar, puedo percibir ahora, cada vez menso cegada lo que podría llamar venas a falta de un termino mejor. De repente siento como si fuera una gigante en un mundo extraño en el que nunca antes he estado, en la tela que me envuelve, yacen seres de menos majestuosidad que la mía, más pequeños, más simples, como si dicho tejido tuviera inteligencia propias y actuara como una especie de red que atrapa insectos y como planta carnívora a la vez, abosribiéndolos y digiriéndolos.
De repente esa tela, que sin yo darme cuenta, no ha parado de crecer, ahora es un mar entero que me rodea, e inunda y devasta con la furia de la naturaleza todo lugar al cuál me dirijo, y como si ese caudaloso océano cambiante fuera una parte más de mi fisionomía, de mi ser, absorbe toda concienciae información de cada objeto sumergido bajo su implacable abrazo, alimentándome de alguna manera, expandiendo más y más mi mente, ahora entiendo, pese que aún albergo dudas que imagino seguirán saciándose, que he abandonado hace mucho el plano físico y tal estado, ahora soy otra cosa, y por lo tanto capaz de ver, comprender y entender cualquier cosa más allá de las barreras de esa prisión. De la distancia o incluso el tiempo.

El océano que antes fue un capullo y después una vestimenta se va calmando y entonces sin saber muy bien como o en que momento... esa inmensidad azul de inteligencia propias pasa a ser parte de mí, adhiriéndose al concepto que soy y convirtiéndose casi en una especie de piel que me malea y transforma a su gusto, hasta que la vinculación entre ambos es optima y finaliza, dando así por acabado también mi peregrinación en conocimiento. Entonces caigo en la cuenta de que hace mucho que abandone mi forma tangible, mucho antes de empezar esta zarca travesía, ya que para empezar éste periplo he tenido que morir, simplemente, en algún momento dado, siendo un ser inferior y sencillo experimenté la muerte repentina, encontrando en la misma una puerta hacía la trascendencia, capaz de llevarme tan lejos y tan alto, como para convertirme en un ente omnisciente imposible de catalogar y etiquetar y digno de cruzar el umbral que delimita el territorio en cual mora la providencia, de la cuál, ahora soy parte y todo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario