Podía sentir los pliegues de aquella tela cubriéndome y
envolviéndome. Tenía un tacto sedoso y fresco al envolver mi piel.
Todo lo que me rodea es azul, todo lo que me rodea ahora tiene formas
vaporosas, como si hubiera aparecido en medio de una especie de
cielo, sin embargo no caigo al vacío, o no tengo esa sensación ya
que es como si hubiera desaparecido la consciencia de mi cuerpo, y
sólo tuviera consciencia de mi mente, embriagada por algunas dulces
sensaciones como la del fino tejido que parece guarnecerme.
Un olor melifluo y agradable parece rodearme, quizá sea ésta la
antesala del paraíso. O una cruel ilusión precedente al infierno.
Mis dedos parece palpar algo rugoso, algo que parece tener movimiento
propio. Propia conciencia. Ese algo me rodea y empieza a tirar de mí,
percibo su consciencia, pero no su existencia, éste estado resulta
caótico y confuso, como si estuviera aletargada. Sin embargo es como
si ahora mi mente fuera mucho más... ¿Libre? Siento como si pudiera
ver mucho más lejos, mucho más hondo. No me detengo en formas y
detalles, en apariencia, sino que percibo lo que algo es, de verdad,
más allá de lo que una simple imagen elaborada con formas y colores
puede trasmitir.
La tela que parece envolver a lo que sea que sea yo ahora parece
palpitar, puedo percibir ahora, cada vez menso cegada lo que podría
llamar venas a falta de un termino mejor. De repente siento como si
fuera una gigante en un mundo extraño en el que nunca antes he
estado, en la tela que me envuelve, yacen seres de menos
majestuosidad que la mía, más pequeños, más simples, como si
dicho tejido tuviera inteligencia propias y actuara como una especie
de red que atrapa insectos y como planta carnívora a la vez,
abosribiéndolos y digiriéndolos.
De repente esa tela, que sin yo darme cuenta, no ha parado de crecer,
ahora es un mar entero que me rodea, e inunda y devasta con la furia
de la naturaleza todo lugar al cuál me dirijo, y como si ese
caudaloso océano cambiante fuera una parte más de mi fisionomía,
de mi ser, absorbe toda concienciae información de cada objeto
sumergido bajo su implacable abrazo, alimentándome de alguna manera,
expandiendo más y más mi mente, ahora entiendo, pese que aún
albergo dudas que imagino seguirán saciándose, que he abandonado
hace mucho el plano físico y tal estado, ahora soy otra cosa, y por
lo tanto capaz de ver, comprender y entender cualquier cosa más allá
de las barreras de esa prisión. De la distancia o incluso el tiempo.
El océano que antes fue un capullo y después una vestimenta se va
calmando y entonces sin saber muy bien como o en que momento... esa
inmensidad azul de inteligencia propias pasa a ser parte de mí,
adhiriéndose al concepto que soy y convirtiéndose casi en una
especie de piel que me malea y transforma a su gusto, hasta que la
vinculación entre ambos es optima y finaliza, dando así por acabado
también mi peregrinación en conocimiento. Entonces caigo en la
cuenta de que hace mucho que abandone mi forma tangible, mucho antes
de empezar esta zarca travesía, ya que para empezar éste periplo he
tenido que morir, simplemente, en algún momento dado, siendo un ser
inferior y sencillo experimenté la muerte repentina, encontrando en
la misma una puerta hacía la trascendencia, capaz de llevarme tan
lejos y tan alto, como para convertirme en un ente omnisciente
imposible de catalogar y etiquetar y digno de cruzar el umbral que
delimita el territorio en cual mora la providencia, de la cuál,
ahora soy parte y todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario