20/2/18

Cuando pendió de un hilo mi futuro como escritor.

 Si hecho cuentas, rememoro, ciertos baches, ciertos impedimentos que me he encontrado en mi sueño de ser escritor. Aunque me guste considerarme tal, aún no lo soy y todavía me queda mucho por afrontar. Aunque eso no quiere decir que no haya pasado un par de cosas ya. Ha habido momentos en los que he estado a punto de decir "basta" de dejarlo, de rendirme y desentenderme, mucho agobio y presión que yo sólo me metía, pero quizás porque me daba cuenta de que lo que afrontaba en esos momentos era una rabieta de niño, o quizás porque conseguía serenarme y concentrarme en lo que de verdad quería, en lo que de verdad era, al final seguí adelante.
Pero hubo una cosa, algo muy simple, en apariencia al menos, que podía haberme costado este sueño. Que podía haber acabado con él.
Veréis antes de nada os tengo que poner en situación. Pongamos y usemos un ejemplo. Si tú educas a un niño y éste hace algo mal, se lo corriges ¿Verdad? Porque si no seguirá haciendo algo mal, hasta convertir esa manía en un hábito que será mucho más difícil de corregir y en según que casos hasta imposible. Pues bien, en mi caso, hubo algo que quien me debía corregir, no lo corrigió.
Yo de niño cometía muchísimas faltas ortográficas. Pero no podéis ni imaginaros hasta que punto. Eran tantísimas que cualquiera que me leyera podría considerarme analfabeto. Y aún hoy sé que cometo demasiadas, pero intento remediarlo. ¿Por qué tenía ese problema? Pues algo deberíais ir intuyendo. En el colegio, en el instituto, en mi vida, nadie había buscado nunca remediar eso. Me bajaban puntos por las ortografía y solucionado, me podían llegar a suspender exámenes, pero ya está. No había una solución real. Y una de dos. O yo era muy estúpido como para ver que tenía un problema y no lo solucionaba, o mis profesores no se daban cuenta de que tenía un problema y que debía solucionarlo. O quizás las dos.
La cosa es que cuando yo llegué a segundo de bachillerato tenía faltas gordísimas y numerosísimas. Seguramente habría niños de primaria que podían escribir más correctamente que yo. Es curioso, porque hasta entonces los profesores que tenían se limitaban a decirme, "tienes que leer más" Para corregir ese problema. Cuando yo he leído mucho desde que tengo capacidad para leer. Y me gustaría leer más si pudiera... Esto no se solucionó hasta que no llegué a la clase de lengua y literatura de Mari Paz y ella vio que tenía un problema y gordo.
Mari Paz me metió caña. Me llegó a bajar en una evaluación dos puntos por examen por las faltas. Pero no me dio por perdido. Esa es la verdad. Cuando me hizo el primer examen y vio el desastre que tenía delante se sentó conmigo y habló. Me preguntó si yo leía, cuanto leía. Si escribía o me gustaba escribir.... y un montón de cosas más. Me explicó cuál era mi problema, que no era culpa mía y que debía solucionarlo. Y se puso manos a la obra, hasta que lo solucionó. Ese año me bajaron puntos por faltas... Pues me faltan dedos para contarlos. Pero ese año dejé de tener ese problema.
Sobra decir que Mari Paz ha sido una de las mejores profesoras que he tenido en mi vida. Pero por si no ha quedado claro, lo digo ahora. No sólo eso, sino que además, si alguna vez consigo cumplir mi sueño y puedo vivir de esto, será gracias y por entero a ella. Pues si ella no hubiera solucionado éste problema, yo no podría ni siquiera rozar tal aspiración. Lo hizo, lo hizo bien y lo hizo rápido. Hay que ser muy bueno para conseguir tan hercúlea tarea.
Y es una pena que queden tan pocos profesores de esos, y a los que quedan, se los valore tan poco. Luego nos quejamos de la educación de resultados y de estadísticas. Pero no nos debe extrañar. La cosa irá a peor mientras en esa refinería de mentes que son los centro de enseñanza se hagan mal las cosas. Ya sea por leyes y normativas, presupuestos y recortes que viene de arriba, o porque la calidad y vocación de los docentes no llega a unos mínimos, porque a la hora de escoger quien se va a poner al frente de una clase se juzgan otras cosas que poco tienen que ver con que se ponga a un profesor o maestro de verdad...
Lo he dicho y lo repito, cada vez quedan menso profesores así, yo lo he visto como alumno. Y es algo que entristece a cualquiera. Ver como hay pocos y a los pocos que hay se les trata... Como no habría que tratarles. Jode mucho ver a alguien en ese puesto que sirve, y ver como le exprimen entre alumnos, profesores y superiores, como aplastan su espíritu.
En fin, supongo que el mundo de hoy día es así. Un gran rebaño, o intento de tal, que machaca y aplasta al que no sigue unas directrices de pauta y comportamiento que sean cómodas para los mismos que dirigen el rebaño. No hablo de conspiraciones, ni rollos así, hablo de que hay mucha vagancia y mucha inutilidad en diversos y numerosos sectores de nuestra cultura, y que la mejor manera de mantener esa comodidad para quienes se aprovechas de ella, es eliminando a todo el que no quiera participar de la misma, y si somos un poco críticos y empezamos a mirar con ojo critico cuanto nos rodea, podremos darnos cuenta.
En cualquier caso, el tiempo de las divagaciones ha pasado. Ésta es una más de mis pequeñas historias. Y con ella va a ir siempre un buen recuerdo y un agradecimiento perpetuo a quien me puso un poco más cerca de mi sueño.
A ella, y a todos los que han tenido que ver en mayor o menor medida en que yo alcanzara dicho objetivo, gracias por siempre.

Un saludo, queridos lectores, cuidaos mucho.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario