Cómo arrancado de los brazos de un sueño, desconcertado y
desorientado, deambulaba de lado a lado, parecía que su vista no
enfocase bien, su visión era borrosa por momentos, su mente no era
capaz de seguir un rumbo lógico y eso le impedía comprender la
realidad en la que se encontraba o simplemente planteársela. De
repente empezó a oír un sonido, gutural, como un "clack,
clack" que resonaba en medio de ese ambiente desconcertante.
Un mal sueño, una pesadilla quizás, no podía decirlo, no podía
estar seguro de estar despierto, pero tampoco de estar dormido. Unas
campanitas parecieron sonar ahora, era como si el silencio, de
repente se viera profanado por unos siniestros tintineos, el sonido
de un metal golpeando a otro, no muy fuerte, no muy grave, pero con
un timbre único, con un sonido especial, que le confería a aquella
nota un algo que helaba la sangre.
Esos sonidos que acompasaban el deambular de su cuerpo y de su
desconcertada mente no mejoraron la situación en la que se
encontraba, no aliviaron el miedo incipiente que empezaba a atenazar
su corazón, el miedo a no saber donde estás, a no saber como has
llegado allí, el miedo que produce ese desconcierto acompañado de
una inminente sensación de peligro.
Sus sentidos ser regulizaron lo suficiente para empezar a percibir
cosas con algo más de lógica. Su mente se ordenó un tanto, no
demasiado, pero si suficiente para poder interpretar aquella
información que empezaba a captar.
Se encontraba recorriendo un pasillo, no muy estrecho, pero que
aprecia no tener ni principio ni final. Llegó a una bifurcación,
debía escoger un camino, debía elegir una opción. Escogió el de
la derecha y continuó andando. Un olor a podredumbre empezó a
llegarle, un olor nauseabundo, asqueroso y desagradable.
El pasillo giraba en ángulo de 90º a la izquierda ahora. Y le
pareció escuchar un voz pasado ese giro, en un primer momento sintió
un impulso de salir corriendo tras la suso dicha voz, afín de
encontrar a alguien que le pudiera explicar que diablos estaba
pasando, pero de repente su mente cayó en la cuenta de algo. Que
garantías tenía que la persona, o lo que produjera esa voz, tuviera
buenas intenciones, que no fuera alguien hostil hacía él, que fuera
un alma dispuesta a ayudarle en aquel lugar del demonio, que parecía
a cada momento volverse más terrorífico.
Se aproximó a la esquina del pasillo, con esas dudas en su corazón,
pretendía asomarse e inspeccionar sin ser visto, a la persona que se
encontraba en aquel giro. Miro cuidadosamente, y vio a otro hombre,
más joven que él, pero sus sentidos no se centraron en él. Sino en
un sonido que le era ya familiar. De nuevo el silencio se vio roto
por aquel "clack, clak" gutural.
Apenas pudo distinguir mucho, pero en cuanto el hombre al que miraba
se giró, y le descubrió, antes de que de él pudiera manar palabra
alguna, antes de que pudiera decir nada... Una sombra pareció
acercársele por la espalda, el terror que invadió a nuestro
protagonista fue tal que no pudo seguir mirando, el olor pestilente
se hizo ahora más intenso, y entonces unos gritos horribles
surgieron, el hombre al que había visto estaba siendo atacado, el
pánico creció en el corazón del que se escondía mientras el más
joven chillaba con todas sus fuerzas pidiendo ayuda. Finalmente el
más mayor, salió corriendo en la dirección opuesta, totalmente
aterrorizado. No había llegado a distinguía a aquel ser, a aquella
bestia que había atacado al hombre joven, sólo un movimiento, algo
que surgía de la oscuridad, el miedo le había bloqueado y le había
hecho esconderse y huir, no sabía que demonios había en ese lugar.
Sólo que estaba cazando.
Al poco de dejarse de oír los gritos, un nuevo tintineo de aquellas
campanillas recorrió los pasillos del lugar, hasta llegar a él, y
helarle la sangre, corrió con más prisa aún. Huyo con todas sus
fuerza, de aquella bestia. De aquel olor. De aquellos sonidos.
La penumbra reinaba en aquellos pasillos, sin embargo, pudo
distinguir la bifurcación que había escogido antes, en vez de
volver hacía atrás tomó el camino de la izquierda esta vez, y
siguió corriendo, el terror le invadía, su corazón iba a estallar,
pero no del esfuerzo sino de la fuerte presión que una garra de
pánico estaba ejerciendo sobre el latente músculo.
Llegó un momento en el que me dí cuenta de que no podía seguir
viendo aquello como un espectador, maldita sea, no era un sueño, no
lo parecía al menos, yo era el protagonista, estaba pasando, estaba
pasándome. Huí y huí, pero no encontré por más que corriera
alivio o sensación alguna de seguridad, cuando llegaba a
intersecciones, cuando tenía que escoger entre varios pasillos, uno,
para seguir huyendo por aquel laberinto, no lo pensaba, escogía y
seguía huyendo, tenía la sensación de que aquel ser venía detrás
mío, tenía la sensación de estar siendo observado continuamente,
de no poder escapar.
Pero mis músculos ya no podían más, había corrido hasta el
extenuamiento. Me faltaba el aire y tuve que parar, me apoyé contra
una pared agotado, intentando respirar, mareado, a punto de
desfallecer, mis piernas me dolían del esfuerzo físico, sentía que
algo dentro de mí iba a explotar, híper ventilaba por la fatiga. De
repente escuché pasos, a mi espalda, aquel sitio no estaba lo
suficientemente iluminado como para poder distinguir nada a más de
cinco metros, una penumbra reinaba en todo momento. El miedo me
invadía de nuevo... El pánico, algo venía a toda velocidad hacía
mí, podía escuchar como se acercaba. Intenté ponerme en marcha de
nuevo, pero según mi cerebro mandó la orden de imprimir movimiento
al resto de mi cuerpo, algo falló, seguramente por el cansancio y
fatiga acumulados, y caí al suelo, destrozado por el esfuerzo
físico.
De repente de la oscuridad surgió una forma, el terror que sentía
era tal que sólo pude gritar mientras temblaba y mis músculos se
apretaban de tensión... Pero era otra persona, también huía,
totalmente aterrorizada, se asustó tanto cuando me vio como yo me
asesté de ella. Tras dar un salto y alejarse de mí, me miró
aterrorizada y continuó corriendo, desapareciendo de nuevo en la
oscuridad, huyendo de mí en parte, pero huyendo también de lo que
quisiera que habitaba aquel lugar.
De repente note un olor pestilente, sumamente pestilente, y de nuevo
escuché el "clack, clack, clack" gutural, venía de aquel
pasillo venía hacía mí, esta vez no era otra persona huyendo, esta
vez el pánico fue más fuerte que mi agotamiento y fui capaz de
emprender la marcha, de correr de nuevo, con todas mis fuerzas, y a
la carrera intenté alejarme de aquel ser todo lo que podía. Corrí
y corrí, hasta que me di de bruces con algo.
Cuando abrí los ojos, totalmente asustado, vi que era la persona que
me había pasado antes, se agarraba el tobillo y me gritaba tan
aterrorizada y dolorida que no era capaz de entender lo que me decía,
creo que en nuestro choque le había roto el tobillo. Ambos
gritábamos sin entender ni atender al otro, hasta que el olor
pestilente que reinaba se intensificó y entonces los dos callamos y
nos miramos, luego completamente bloqueados por el pánico miramos
hacía la dirección por la cual huíamos, y vimos una forma
acercarse con calma por la oscuridad, andaba sobre dos patas, pero la
penumbra reinante no permitía distinguir nada más.
Entonces nos fuimos a poner en marcha, intentando huir,
aterrorizados. Él no podía andar por mi culpa y se me intentó
agarrar desesperado, pidiendo ayuda, yo lo apartaba con manotazos y
empujones pero no me soltaba, estaba tan aterrorizado, que no quería
siquiera mirar hacía atrás, pero el si miró y lo que vio debió
ser tan horrible que empezó a gritar como un loco y a pedirme que le
ayudara, el miedo me atenazaba y aquel maldito no me soltaba, se
aferraba a mí, era una carga, pereceríamos los dos, noté entonces
que algo tiraba de mí con más fuerza y él entonces gritó ahora no
sólo de terror sino de dolor, yo tenía los ojos cerrados con todas
mis fuerzas, de miedo por no querer ver lo que teníamos al lado,
aquel ser le había cogido, entonces cerré mis puños y empecé a
darle golpes mientras el ser que le agarraba y tiraba de nosotros lo
devoraba también, notaba como me salpicaba su sangre, como lo estaba
comiendo, ingiriendo o devorando allí mismo, sólo oía, sentía y
olía. No quería abrir los ojos del miedo que tenía.
Finalmente conseguí que aquel maldito moribundo me soltara y eché a
correr, aún con los ojos cerrados, rocé contra una de las paredes y
estuve a punto de caerme, abrí entonces los ojos para saber por
donde iba y correr, notaba algo gigantesco corriendo detrás mío,
oía su incesante "clack, clack, clack" gutural, como si
sus mandíbulas produjeran ese sonido regocijadas en la presa que
estaba a punto de caer en sus manos, notaba su fétido olor, notaba
como este se pegaba a mí, pero era mayor el terror que el asco.
Uno de sus apéndices, o algo de él, me rozaba mientras corría
huyendo, y cada vez que lo hacía mi corazón estallaba de terror y
yo intentaba correr más deprisa mientras gritaba de terror, era tal
el miedo que quería morir allí mismo antes que saber lo que
demonios ocurría, quería que acabara todo ya, dejar de sentir todo
lo que sentía y percibía y que me imbuía de tal sensación de
miedo.
Tras correr por los pasillos, y girar en unas cuantas curvas
cerradas, en aquel laberinto, pareció que le daba esquinazo.
Y es aquí donde me hallo. Tras tanto correr y tanto huir he llegado a
un callejón sin salida, lo único que tengo delante es una pared,
aquí termina este pasillo, pero este final del pasillo, esta
cubierto por espejos, puedo ver mi reflejo pese a la penumbra, y
ahora comprendo que yo no huía, me dirigía hacía donde esta
maldita cosa quería que fuera, de nuevo el olor pestilente, las
campanitas y el sonido de sus mandíbulas. Y ahora puedo verlo, y el
terror que me ha inundado al ver algo tan horrible, tan... Desearía
poder arrancarme los ojos, pero es tal el miedo, tal la sensación
que no puedo más que estar quieto y mirar esa horrible forma, esa
horrible fisionomía en el reflejo, verla detrás de mí, y estar
quieto, esperar a que haga lo que quiera, lo que ten...
¡O DIOS MÍO, ES HORRIBLE, AYÚ...!
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