Yo te quería muchísimo. Eras mi hermano, mi protegido, parte de mí,
de mi sangre. Eras una prolongación de mí. De lo bueno que había
en mí. De los sueños que podía cumplir, de las lecciones que podía
aprender, del bien que podía hacer. De todo aquello positivo o
beneficioso que yo pudiera aportar, que pudiera dejar a mi paso por
éste mundo. No albergo ningún sentimiento negativo contra ti, poco
a poco todo se enfría y cuando podemos pensar con claridad, las
heridas empiezan a cicatrizar. Aún te quiero, joder, eres mi
hermano. Pero no en lo que te has convertido, en lo que eras, en la
clase de hombre que podrías haber sido.
No me malinterpretes. No tenía ningún "plan" preparado
para ti, no pretendía que fueras nada, no pretendía que hicieras lo
que yo creyera que era mejor para ti. Sólo quería ser testigo de
esa gesta que protagonizabas llamada "Tu vida". Ayudarte y
ampararte en lo que pudiera. En fin, ser tu hermano, estar a tu lado,
y disfrutar contigo de tus victorias, de las que eras el único
protagonista, y las cuales podía admirar, y acompañarte en tus
derrotas, impidiendo que la soledad de la perdida, del fracaso te
abrumase, intentando darte la poca sabiduría que pudiera poseer, a
fin de ver la enseñanza del bache.
Eras muy importante para mí. Y por eso me dolió tantísimo lo que
hiciste. Porque eras el mejor hermano que yo hubiera podido esperar,
pero hay cosas que ni a mi hermano le puedo pasar.
Y es que me dejaste tirado. Me diste de lado, y eso me dolió en lo
más hondo de mi corazón. Tú siempre habías podido contar conmigo,
y me hubiera puesto de tu parte pasara lo que pasara, hicieras lo que
hicieras, tuvieras razón o no. Nunca habría habido nada en lo que
te metieras, o en lo que te metieran, en lo cuál yo no hubiera
tomado partido por ti. Porque aunque hubieras estado equivocado,
seguirías necesitando a tu hermano, y ahí iba a estar yo, a tu
lado, guardándote la espalda, e intentando si es que estabas en un
error, hacértelo ver, utilizando todo mi talante, toda mi empatía,
toda mi sabiduría e ingenio, pero sin dejarte de lado, sin dejarte
sólo, aunque me hubiera tenido que manchar las manos, el honor, o lo
que fuera preciso, por mi hermano todo.
Por mi hermano todo, menos dejarme vendido por él. Eso ni por ti, ni
por nadie.
Y eso fue lo que hiciste tú. Te quisiste mantener neutral, no puedo
entender porqué, supongo que porque quien estaba en otro lado de la
cuestión te doró la perla muy bien, te soltó muchos halagos o te
manipuló de alguna manera para que vieras más honestidad en su lado
que en el mío. Realmente no hiciste nada demasiado grave, intentaste
no tomar partido por nadie, mantenerte neutral, no escoger un bando.
Pero al hacer eso, sin quererlo o queriendo, a propósito, o sin
darte cuenta, tomaste partido, y no fue por mí. Con el tiempo
hubiera podido perdonarte eso, aunque nunca hubiera confiando en ti,
con fe ciega, como confiaba antes de que esto pasara.
Quien se apostilló en mi contra y te embaucó tan bien, sabía
perfectamente que la mejor manera de hacerme daño, era atacarme a
través de ti, por el único lado que no esperaba ser atacado, por el
único lado del que no esperaba ninguna amenaza, en el que tenía
completa y absoluta seguridad. Aún recuerdo, antes de que todo esto
empezara, cuando no estábamos enfrentado dicha persona y yo, como
cuando me insinuó su preferencia antes de ti le dije "Nadie
está por delante de mi hermano, siento si te duele oírlo, pero
espero que lo comprendas, hemos pasado tanto, que mi lealtad hacía
él no puede ir ni pasar nunca a un segundo plano." Tanta culpa
tuve yo de que te usaran contra mí al decir eso, como tú de confiar
en el buen hacer de ciertas personas supongo.
Yo tuve mucha culpa en esto, lo reconozco, no pretendo criminalizarte
y reconozco que puedo haber pecado de eso. Tú sólo intentaste
escoger lo que te parecía mejor, supongo. Yo fui quien comenzó
esto, quien actuó mal y provocó el enfrentamiento. Yo fui quien no
tuvo la sensatez de cuando tú escogiste a quien apoyar, calmarme,
enfriar la mente antes de hablarlo contigo, y yo fui quien, como un
estúpido, dijo lo que dijo, sabiendo que por muy rebajado que
estuviese a ti te iba a doler, tanto como me dolió a mí que tu me
dejaras vendido. Que intentaras no apoyar a nadie entre tu hermano y
quien pretendía darle todos los golpes que pudiera, actuando así,
por no actuar. Hay veces que hay que escoger, porque al no hacerlo,
dejas que o bien otros escojan por ti, o bien que tu tibieza sea la
que escoja.
Pero lo que sí que no puedo entender, comprender ni asimilar es lo
que vino después, los dos actuamos mal, los dos nos equivocamos, y
eso iba a traer consecuencias, nuestro vinculo, el honor y lealtad
que había entre ambos se iba a resentir, pero tú lo complicaste aún
más. En vez de dejar que el tiempo hiciera su parte, que las cosas
se calmasen, me buscaste, hasta encontrarme, me declaraste algún
tipo de guerra absurda e infantil, intentando hacerme todo el daño
que pudieras, hasta desgastar toda la paciencia que yo pudiese tener
guardada para aguantar las niñerías y rabietas que nunca hubiera
esperado de ti. Te levantaste contra mí, sabías que me estabas
atacando, no fue por error, no fue por accidente, quería joderme, y
eras plenamente consciente. Tú me atacaste, allí donde más podías
hacerme daño, porque me conocías y sabías cuales eran mis
debilidades y fortalezas, buscaste poner del revés mi vida, alterar
todo lo que era importante para mí. Tú. Mi propio hermano.
He tomado muchas decisiones malas, no soy un ejemplo de las cosas que
hay que hacer para un buen provenir, y la mayor parte de la
complicación de mi vida es sólo culpa mía, por decir sí a lo que
debí decir no, y viceversa. Pero yo nunca hubiera alzado mi mano
contra ti, yo nunca hubiera buscado arruinarte, o dañarte. Eras mi
puto hermano, nunca se me hubiera ocurrido, y por ello simplemente
soporte tus ataques y me fui alejando de ti, cada vez, más. Aunque
realmente el que me alejaba de ti, eras tú.
Perdí toda mi confianza en ti hasta que conseguiste darme
absolutamente igual, hasta que olvidé todo la lealtad que guardaba y
hasta que fui hasta deshonesto, con tal de evitarte y alejarte de mí.
Eras mi hermano, y ahora... Sólo quiero olvidar que confié
tantísimo en ti, que tuve un hermano tan excepcional y que lo perdí,
y nunca lo recuperaré. Quiero ver esto como una serie de malas
decisiones carentes de toda malicia, aunque no lo comprenda, dado que
nunca podré mirar y analizar estos hechos con frialdad y con
imparcialidad. Es mejor no recordar algo que sólo trae dolor,
prefiero recordarlo como algo absurdo y carente de sentido, a
recordarlo como algo lleno de malicia, así es más fácil de
olvidar. Así sólo trae tristeza y no rabia. Dado que la rabia es
tan difícil de purgar, cuando entra en el corazón.
Quizás un día retomemos el contacto, olvidemos y hasta nos llevemos
más o menos bien... Pero no podré evitar sentir siempre que perdí
a mi hermano, y que nunca lo recuperaré.
Fuera culpa de quien fuera. Perdí a mi hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario