La libertad que siento ahora, la calma, se acabo, el fin del odio, el
fin de la tristeza. La libertad de sentirme sólo, la libertad que
trae el final, la libertad que me da la falta de futuro, el
conocimiento de mi fin. La libertad que nace en mí a causa del fin
de mis preocupaciones, de mis obligaciones, de mis sueños, de mis
aspiraciones de mis esperanzas, liberado de mis expectativas, de mi
propia confianza en mi mismo, en mi futuro, en mi porvenir, el
primero y el único que puede juzgarme. Yo, liberado de ese juicio,
de mi juicio, de mi propio juicio. Liberado de mi propio reproche, de
mi culpa, de las expectativas que yo mismo puse en mi. Liberado del
amor, del cariño, de la confianza, de la lealtad, que dan aquellos
que son nuestros seres queridos. Liberado de su compañía, liberado
de su preocupación, liberado de su cuidado, liberado de su amor, de
su afecto. Libre al fin. Libre de sentimientos, libre de hacer con mi
vida lo que he decidido, lo que quiera, que en este caso es esto.
Libre. Liberado. Para siempre. Libre de tomar una decisión en base a
otra persona, en base a lo que espero. Libre de tomar una decisión
respecto a mi futuro, utilizando como único juicio lo que ahora me
apetece. Libre. Dado el paso, noto como vuelve a mi la paz. Noto como
me abandona la oscuridad, soy sólo libertad, en mi no cabe nada más,
y por eso ese manto negro que envolvía mi corazón, se disipa y
abandona mi cuerpo, fluye fuera de él. Libre, liberado por mi propia
mano, libertadora y verduga. Liberado de la consciencia, poco a poco,
lo noto, se va fluyendo, como movida. Ahora todo fluye, todo hacía
afuera, todo abandona mi ser. Por mis muñecas mana un incesante y
caudaloso rió rojo, que drena mi locura, mi tristeza, mi ira, mi
dolor, mi vida, mi fuerza, mi consciencia, mi vitalidad. Y me deja,
vacío, libre. Pues sólo hay para mi auténtica, completa y pura
libertad... En la muerte, la vida misma me es opresora, me obliga a
lo que no deseo, hace mi cuerpo perecedero, a fín de someterme con
el tiempo, con la vejez, con la decrepitud. Se acabo la imposición,
se acabó la vida, soy libre. Libre de la gente, libre de mis sueños,
libre de la vida, y en breve libre de la muerte. Libre de la vejez,
libre de los valores, de la maldad y de la honradez, al fin libre...
Y sabedor de que no hay nada al otro lado, de que no me espera nada,
ningún cambio, ningún estrado celestial o infernal, ninguna
transición trascendental... También me hayo libre de la salvación,
de la condena y de la reencarnación. Hay muchos tipos de libertad,
cada persona aspira a un tipo de libertad, algunos la consiguen con
valor, otros no, por cobardía. Esta es mi libertad, el poder
desaparecer, pues todo lo que me mantiene existiendo en la realidad,
para mí, no es más que una herramienta de represión. No pretendo
inculcar una idea, un ejemplo, un legado, nada. Sólo pretendo
alcanzar mi libertad. Y ahora esta se aproxima hacía mí, a toda
velocidad, cada centilitro derramado es un paso que me sitúa más
cerca de la libertad, del descanso. Esta es mi liberación mi
revelación. Y al fin alcanzo mi libertad. La libertad.
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